6. INVITACIÓN FORZADA

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—Creo que estoy entusiasmado con ella —dijo Ian pensativo.

—¿Entusiasmado?

—Magui tiene todo lo que me gusta.

—¿Ah sí? ¿Qué tiene de fabulosa?

—Es dulce, atenta, refinada... —lo vió levantar las cejas—. ¿Qué?

—Me recordó a alguien.

Ian perdió el entusiasmo.

—No las compares.

—No lo hago, simplemente soy tu amigo y no me gustaría que te desilusionaras... otra vez.

—Y para evitar éso, tengo planeado conocerla personalmente.

—Qué bueno que lo dices, ya me habías asustado.

—Sí, quiero comprobar que sea la adecuada.

Jorge sonrió.

—No te fijes en lo externo.

—Nunca más..

—¿Y si resulta ser la elegida?

—Quizás le pida que formalicemos.

—¿En serio?

—¿Por qué no? También necesito compañía y no solo aventuras. Quiero algo estable.

—Vaya, creí que tardarías más en superar lo de tu esposa.

Ian sonrió con tristeza.

—Tiana... —musitó al recordar su muerte. Un accidente estúpido le costó la vida.

—Lo siento, no debí mencionarla.

—Nunca se supera algo así, pero al convivir con los animales, aprendes a vivir en el presente.

—Mejor sígueme hablando de Magui.

Ian siguió perdido en su recuerdo. Luego lo miró.

—Jorge, me parece que Magui es la chica para pensar en sentar cabeza.

—Me parece que te estás apresurando.

—Tú iniciaste...

—Sí, pero la relación de ustedes ha sido a distancia.

—Y han sido dos largos meses chateando.

—Y no tomaste vacaciones como dijiste.

—Sabes que amo mi profesión y educar a la gente.

—Viajas demasiado.

—Sí, pero cuando descanse, lo haré en grande.

—Entonces, la verás y le propondrás vivir un romance.

Ian sonrió.

—Si me gusta tanto cuando esté frente a ella, no dudaré en pedirle matrimonio.

—Ya me asustaste, ¿qué tiene de fascinante ésa mujer, además de una hacienda y dinero?

Ian recordó las primeras conversaciones. Sonrió.

—Es algo que se dió en el primer momento en que platicamos. Fué una mezcla extraña de atracción y rechazo que nunca había sentido.

—Me acuerdo —musitó Jorge—. A lo mejor es simple curiosidad.

—Pudiera ser. Por eso iré a conocerla.

—¿Cómo que irás?

—Así​ es amigo. Iré por una larga temporada. Debo estar seguro.

Carolina empezó a fruncir el ceño conforme Magui hablaba. Se echó el sombrero hacia atrás, para que la viera bien y la contadora se sintió insegura.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora