49. ENGAÑO

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Ian apretó los labios. Aún se sentía débil, pero no lo suficiente para ignorar lo que ocurrió la noche pasada.

Carolina sabía que algo estaba mal. Desde que lo vió salir del baño, sintió el frío en su mirada.

—¿Cuándo llegaste?

La chica se cubrió con la sábana.

—Anoche tu prima me dejó entrar.

Ian se pasó una mano por el cabello para peinarlo hacia atrás.

—¿Y para qué querías verme?

Carolina se sentó sobre sus muslos en la cama. Fué entonces que miró una cajita de regalo azul... Con dificultad leyó que decía Tiffany's. No creía que fuera la marca de preservativos. Lucía cara, aunque ella en realidad no sabía de ésas cosas.

—Quería decirte que estoy arrepentida de haber pensado mal de ti.

Ian apretó la mandíbula.

—Eso lo recapacitaste después de que te largaste con ese tipo anoche ¿no es así? —señaló amargamente, moviéndose hacia la puerta.

—Ian... —le dolió saber que supo que estuvo en compañía vez de alguien más.

—Ahora no me interesa hablar contigo, Carolina —agregó intentando volver a controlarse. Tomó la perilla y apoyó la cabeza en la pared.

Carolina se deslizó por la cama cuando él resopló y abrió la puerta.

—Mi amor, no me fui con nadie, lo juro —bajó de la cama para acercársele—. Dije que me iría a bailar y...

—Y a acostarte con cualquier tipejo que se te cruzara en la calle te faltó agregar —la miró molesto.

—¿De qué hablas? ¡Yo no me acosté con nadie!

Ian la miró ceñudo.

—Vete Carolina, no quiero ser grosero. Si terminamos lo que supuestamente teníamos, será mejor que sea en paz y sin escándalo.

Carolina se puso pálida.

—Ian... —murmuró
mostrándose frágil y expuesta, no solo por lo desnuda que estaba, sino porque no sabía cómo demostrarle que no hizo nada. Le tocó el brazo entrando en pánico—. No me fuí con nadie, créeme —su voz sonó temblorosa.

—¿Y por qué yo sí debo de creer todo lo que digas y tú no a mí? —se apartó levemente de ella y la tentación que representaba su cuerpo.

—¡Pues porque soy bien burra y ya sabes cómo me pongo! ¡Digo muchas estupideces!

—¡No eres burra, ni tienes un pelo de tonta, Carolina! ¡Ya deja de menospreciarte! —le exigió enfadado—. Ese es tu problema ¿sabes? —bajó la voz y ese nuevo tono le dolió más que si le estuviera gritando pues había desencanto—. Has vivido toda tu vida creyendo lo que te dicen los demás; jamás te has mirado a ti misma como la persona que... creí que eras... —musitó con desencanto —. Porque de verdad creí que eras honesta... como nadie que haya conocido, por éso me enamoré, y me equivoqué... Anoche lo dejaste bien claro al salirte con la maldita doble cara de Magui a emborracharte, para después irte con un desconocido a acostarte quien sabe a dónde. Así como lo hiciste con Luis... y conmigo.

Carolina se sintió avergonzada de haberse dejado llevar por la confusión del momento, por creer ciegamente en Magui. Ahora le agregaba a ésa lista, que Ian la considerara una mujer fácil.

—Lo que dices nunca pasó —musito dolida—. Sí baile con alguien, pero es porque se me acercó cuando me vió sola en la pista... apenas si lo recuerdo.

¿QUÉ HARÍAS POR AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora