02|Pequeña parlanchina.

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Alan Walker - Alone

—Me importa un rábano su vida personal, Foster

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—Me importa un rábano su vida personal, Foster. No me importa si tienes un grano nuevo en el rostro, no me importa si le duele el estómago o tienes una herida en el pie, realmente no me importa —dice Mila mientras camina de aquí para allá—. Lo único que ahora me importa es que me entregue un diseño fresco, nuevo e innovador. ¿Entiende? —Pregunta exasperada y con el enojo aumentando cada vez más—. Necesito que me dé un maldito diseño. Ya ha pasado una maldita semana y no sé dónde demonios está su cabeza. —Calla por unos momentos y resopla, veo como pasa las manos por su rostro y después con voz dura dice—: Se lo he dicho mil veces, me vale un pepino que sea la hija del jefe, aquí tiene que ganarse su lugar y demostrar que es de utilidad, pero si sigue tardando en darme un diseño, juro que la despediré.

—Hoy mismo le entregare los diseños que tengo atrasados. —Me limito a decir.

Un suspiro sale de sus labios y termina sentándose en la silla de cuero negro, apoya los codos sobre el escritorio, entrelaza los dedos y deja reposar su barbilla sobre ellos. Sus ojos escudriñan mi rostro, tomándose el tiempo de detallarlo.

Sé lo que hace, ella quiere saber mis emociones, quiere escucharme responderle, pero no le daré el gusto. Estoy intentando que mi rostro no exprese ninguna de mis emociones, intentando que ella no se dé cuenta que tengo ganas de levantarme y golpear su estúpido rostro contra la mesa de roble que está enfrente de mí, intento controlar mi enojo, lo intento, pero juro que si sigo aquí adentro con ella, la voy a terminar golpeando.

—Espero que lo que diga sea verdad —dice y deja caer su espalda sobre el espaldar de la silla—. Ya puede retirarse, Foster.

Me levanto de la silla con toda la normalidad del mundo y me dispongo a caminar hacia la puerta, siento su mirada clavada en mi espalda como una daga, observando cada uno de mis movimientos. Salgo de la oficina y cuando ya estoy afuera dejo escapar un suspiro pesado.

Me alejo de la puerta y empiezo a caminar hacia mi oficina. Desde que llego la invitación y la carta no he podido concentrarme bien, la invitación revoluciona en mi mente una y otra y otra vez.

¿Tengo que ir?

¿Debo hacerlo?

¿Qué ocurriría si voy?

¡Maldición!

No puedo seguir pensando lo mismo, ahora mismo mi puesto en la empresa está colgando de un hilo, y estoy cien por ciento segura, que si no entrego los cinco diseños hoy mismo, terminare despedida.

Mila no lo pensara dos veces antes de echarme de patitas a la calle. Lo único bueno es que tengo los bosquejos de los diseños y sé como quiero que sean.

—¿Qué es lo que haces aquí? —pregunto al entrar en la oficina.

Ella voltea a verme con una sonrisa en sus labios, su cabello castaño está atado en un cola alta y en las puntas tiene ondas, sus ojos verdes pardo brillan como si hubiera cometido una travesura. Viste un vestido de flores blanco, junto a una chaqueta y zapatos bajos.

Déjame amarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora