Segundo libro de la trilogía "Amores Diversos"
|NO SE NECESITA LEER ERDUA PARA ENTENDER ESTA HISTORIA|
❝Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta. ❞ -Sam Ke...
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—Don't want to let you down. —Canta Less, mientras manejo—. But I am hell bound. Though this is all for you. —Cierro los ojos con fuerza y hago una mueca cuando desafina al decir lo últimoo—. Don't want to hide the truth...
—¡Cállate! —grito para que me escuche por encima de la música. Su rostro gira en mi dirección y alarga la mano para poder bajarle la música al radio.
—¿Pensé que te gustaba esa canción? —dice destapando una bolsa de maní. Ella ama los maní.
—Me gusta la canción —digo y freno cuando un semáforo se coloca en rojo—. Lo que no me gusta es escuchar tu voz de gato siendo asesinado.
Su mandíbula inferior cae, dejando una pequeña apertura en su boca, lleva una mano estilo dramática hasta su pecho, posicionándola justo donde se encuentra su corazón. Suelta un suspiro de indignación y menea la cabeza hacia los lados, haciendo que el moño que tiene en la cabeza se mueva hacia los lados, y amenace con deshacerse.
—Canto bien —se defiende y mete en su boca un puñado de maníes, mastica y después de tragar dice—: Canto más que bien, lo hago con sentimiento, con pasión.
—Pues las personas creerán que estamos masacrando a gatos. —Sonrío ampliamente al terminar de decir las palabras y ella entrecierra sus ojos en mi dirección.
—¡Oye! —exclama y me señala con su dedo anular—. Tú no cantas muy bonito que digamos.
—Lo sé. —Alzo mis hombros y ladeo la cabeza hacia un lado, colocado el auto en marcha—. Y es por ello que no canto, así no torturo los tímpanos de las personas con mi voz.
Su boca se mueve y hace gestos divertidos con el rostro, como si estuviera imitando lo que dije segundos atrás. Deja salir un bufido y toma otro puñado de maní y los mete a su boca, comienza a comer, observo de reojo que me observa por encima del hombro, cuando ve que la he atrapado gira la cabeza hacia la ventana del auto y me ignora.
Sonrío al ver la escena que hemos montado.
A veces somos como dos niñas pequeñas, discutiendo por bobas y eso es lo mejor de todo. Que dejamos de ser adultas por unos minutos y nos convertimos en niñas. Alargo mi mano y le subo volumen al radio cuando la canción se ha cambiado, Less mira por la ventana mientras come maní.
Anoche, después de llegar de la oficina, le conté sobre el viaje a Australia que tengo que hacer —lo cual la emocionó ya que ella es natal de Australia y cuando tenía diez años, fue que se mudó—, sobre los diseños y quienes son mis nuevos jefes por un tiempo, su cara pasó de horror, a enojo cuando mencioné al rubio de NY, para después echarse a reír cuando mencioné al hombre al cual le había tirado el café encima.
—Tu suerte da asco —se limitó a decir.
Durante la reunión, mis nervios estaban a flor de piel, mis manos sudaban y contaba los minutos que faltaban para poder largarme de ahí, es por ello, que cuando mi padre dijo que era todo, me levanté como alma que lleva el diablo de la silla y después de despedirme rápido me marché.
