43|Un capítulo menos.

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Fallos - Juacko

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|ANNABET FOSTER|

—Es fresco y perfecto para las personas que desean buscar un lugar donde descansar de sus trabajos y vidas cotidianas, el ambiente es ideal para compartir en familia —relato, mirando desde Mila hacia mi padre—. Cada habitación tiene bastante iluminación, una buena distribución y la mayoría tienen grandiosas vistas que dan hacia el mar, y diferentes partes del lugar, además de poseer una amplia recepción, y una gran oficina para que el encargado del hotel pueda trabajar con calma, también lo que es la lavandería y la cocina están listas. Todo el diseño está completo.

—¿Tiene alguna opinión sobre el diseño, joven Jones? —cuestiona Mila, girando hacia el hombre que está en la parte izquierda de donde está sentado mi padre.

Me atrevo a mirar en su dirección y un simple vistazo es suficiente para arrepentirme de hacerlo. Su mirada está apagada, el azul de su iris es opaco, sin una pizca de vida. Él me observa inexpresivo, no hay amor, no hay cariño; ni siquiera un leve toque de diversión, no hay nada. Todo aquello que antes llenaba su mirada al verme ha desaparecido.

Es la primera vez que lo veo desde hace tres semanas, desde que rompí su corazón, desde que lo destrocé. Y hacerlo es una tortura.

—No, está perfecto así. Me gusta lo que hizo la señorita Foster.

Hasta su voz suena diferente, suena distante, fría.

Necesito salir de aquí o me echare a llorar por lo que yo misma hice.

—Bien —dice mi padre—. Daremos luz verde para que comiencen a trabajar en la construcción completa del hotel. Owen. ¿Me acompañas a mi oficina? Hay algunas cosas que decidir.

—Seguro.

Mi padre me pide que le envíe el diseño hacia su correo y solo me limito a asentir. Comienzo a recoger todo mientras ellos salen de la sala de juntas, apago la computadora luego de enviar el correo y apoyo mis manos en la mesa, dejando caer mi peso sobre ellas y soltando un suspiro tembloroso. La junta ha sido tensa e incómoda.

Doy un respingón cuando la puerta se abre. Me coloco recta y volteo hacia la puerta, viéndolo a él. Está de pie, mirándome, sus ojos barren cada parte de mi rostro con calma, mira mis labios y se queda allí unos segundos antes de verme directo a los ojos.

—Se me quedo el teléfono —dice con suavidad.

Asiento y lo veo entrar y caminar hacia la mesa para tomar el aparato electrónico, sigo con la mirada sus movimientos, son lentos y no me muevo de mi lugar, siento el dolor en las palmas de mis manos, debido a que estoy enterrando mis uñas. Cuando va a salir de la sala de juntas se detiene junto a la puerta, bajo la mirada hacia mis pies y cierro con fuerza los ojos.

Duele verlo.

¿No era lo que querías? ¿No querías alejarlo? Susurra aquella vocecita dentro de mi cabeza y siento las lágrimas cubriendo mis ojos. Dos cálidas manos toman las mías y las abren, impidiendo que siga apretando con fuerza, abro los ojos y no me hace falta subir la mirada para saber que es él.

Conozco su olor y la textura de sus manos, solo él puede lograr que con tan solo un roce mi cuerpo se convierta en un desastre de emociones inexplicables.

Lo observo acariciar con su pulgar las marcas de medialunas que han dejado mis uñas, dos lágrimas se deslizan por mis mejillas y el nudo en mi garganta aprieta con fuerza. Levanto la cabeza hacia él pero su mirada esta sobre mis manos, lo veo elevar las palmas de mis manos hacia su boca y depositar un beso en cada palma, lo hace con delicadeza y luego me ve.

Déjame amarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora