25|Escoria humana.

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Zookeepers - Drunk On You

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|OWEN JONES|

La ira está controlando cada parte de mi cuerpo, maldigo en voz baja y aprieto entre mis dedos el volante del auto, hasta que mis nudillos se tornan blanco por la fuerza ejercida. Estoy como un volcán a punto de hacer erupción, y voy a destruir todo a mi paso. No importa que sea de madrugada, tampoco que este manejando a una alta velocidad.

Voy a matar a ese hijo de puta.

—Owen, contrólate hermano —pide Chad a mi lado.

Lo ignoro y aumento la velocidad, escucho como maldice, paso algunos carros y estos tocan el claxon con enojo, algunas personas gritan vulgaridades pero nada de eso me importa justo ahora. Mi hijo tiene un día de haber desaparecido y estoy desesperado.

Cuando la madre Luz fue a su habitación para que bajara a cenar no estaba, lo buscaron por toda la casa hogar y no lo hallaron. Y la bruja de la trabajadora social de su tía no fue a verlo. No creo en las jodidas casualidades, ella debe de habérselo llevado, pero la bruja es astuta y tampoco dan con ella, y su esposo, el gran abogado, no sabe nada de ella desde hace meses.

Entro en el vecindario de mala muerte donde al parecer la escoria se ha estado escondiendo, aparco el auto en la última casa y antes de que Chad diga algo ya estoy fuera del auto, camino hasta la entrada, escuchándolo llamarme, sigo ignorándolo y golpeo con fuerza la madera de la puerta.

—¡Abre la maldita puerta, hijo de puta! —bramo y le doy una patada a la madera, después le doy otra y otra. No quiero imaginar por lo que Timmy debe de estar pasando, no quiero ni puedo lograr imaginar su rostro lleno de pánico, como debe de estar de aterrado.

Le doy varias patadas a la puerta, intentando abrirla, golpeo la madera con fuerza y esta termina abriéndose con un sonido estruendoso. El olor a licor, vomito y comida vencida inunda en el aire, a unos pasos de distancia, en todo el pie de las escaleras el bastardo que le ha hecho la vida miserable a mi hijo está de pie, tiene un bolso colgado en su mano izquierda y solo me observa expectante.

Ve de reojo hacia la izquierda, en dirección al pequeño y oscuro pasillo que debe de dar hacia la parte trasera, deja caer el bolso y se precipita hacia el pasillo, pero lo intercepto rápido, tomándolo del cuello de la parte trasera de su camisa, lo arrastro hasta la sala y lo lanzo al suelo, donde están esparcidas las botellas de licor vacías.

—¿Dónde está? —mascullo entre dientes, mientras voy acercándome como un león a su presa y el retrocede en el suelo.

—¿Dónde está quién? —inquiere, haciéndose el inocente. La maldad y la burla brillan en sus asquerosos ojos.

Gruño como si fuera un animal y lo tomo del cuello de la camisa, lo arrastro por el suelo y lo alzo para golpear su espalda contra la pared con fuerza, mientras él suelta un jadeo.

—¿Dónde está la bruja de tu hermana con mi hijo?

Una carcajada ronca sale de sus labios, el hombre entre mis manos huele asqueroso, es evidente que se ha estado revolcando en su miseria, en su maldito vicio.

—¿Tu hijo? —inquiere con burla—. Ese bastardo no salió de tus huevos, y tampoco salió de los míos, aunque no sé de qué huevos salió. La puta de su madre era una cualquiera, una drogadicta que se metía con todos, ella se dejaba fo...

Impacto con fuerza su espalda contra la puerta, cortándolo antes de que termine la palabra. Coloco mis manos alrededor de su cuello y hago un poco de presión. La escasa luz que entra con las ventanas rotas de la casa muestra sus ojos rojos y sus pupilas dilatadas. Esta drogado.

Déjame amarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora