Capítulo VII: Un Cupido en la universidad

6.9K 916 263
                                    

Para un Cupido comprender los sentimientos humanos era fundamental

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para un Cupido comprender los sentimientos humanos era fundamental. No era simple empatía, era tener la capacidad de ser el cliente, de sentir como el cliente. El trabajo de un Cupido consistía en asignar a una persona su pareja perfecta, aquella que cumplía con todos los requisitos para que la química fluyera. Sin embargo, no era solo eso. Había que tener en cuenta muchos factores como el estado mental de la persona, el sexo, la cultura, entre otros.

Los humanos eran complicados, así que un Cupido debía tener cuidado al momento de elegir su pareja. Una religión diferente, una raza diferente, incluso un punto de vista diferente podía arruinar por completo los planes.

Yuuri en la Oficina era solo un Cupido más. Estaba a cargo de varios clientes, pero casi todos eran casos fáciles. Adolescentes en busca de un amor de verano, universitarios con deseos de formalizar una relación. Incluso de hombres adultos y pensionados que lo único que querían era casarse para revivir aquellos sentimientos del pasado. Y sí, todos de los que estaba encargado Yuuri eran hombres.

Aunque en la Tierra se solía decir que la mujer era la más difícil de comprender, Yuuri pensaba lo contrario. Adentrarse en los pensamientos del hombre era una misión ardua, complicada, que exigía dedicación. Él, siendo un Cupido de raza masculina, lo entendía.

Pero aun así sentía que le faltaba mucho por aprender. Ahora que estaba en el planeta Tierra, podría analizar a fondo la mente del hombre, tan confusa y llena de pasadizos. Podría ser capaz de comprender mejor la forma de actuar y pensar de este ser tan particular.

O la de un hombre en específico.

Yuuri abrió los ojos cuando sintió que alguien saltaba sobre su estómago una y otra vez, quitándole el aliento. Tosió en busca de aire, pero la acción continuó, provocando que le faltara la respiración de nuevo.

—¡Yuuri, despierta! ¡Debes ir a la universidad, párate de una vez de esa cama! —gritaba Vicchan saltando de arriba abajo encima de Yuuri, sacudiendo las orejas y la colita.

—Vicchan, eso duele —masculló Yuuri, sentándose con lentitud, lo que hizo que el perrito se enredara con sus patas y las sabanas, y rodara por la cama hasta el suelo—. ¡Oh no, lo siento! ¿Estás bien?

Vicchan sacudió la cabeza como despejándose y con una patita se restregó la pequeña nariz, asintiendo.

—El tener este pelaje amortigua el golpe. ¡Ahora ve a ducharte que debes ir a la universidad!

Yuuri rodó los ojos y salió de la cama con pereza. ¿Para qué tener despertador si tenía a Vicchan?

—Ya voy, ya voy —murmuró bostezando.

Desde que estaba en la Tierra cualquier actividad continua y que le exigiera más de sí mismo lo agotaba bastante, por lo que su pasatiempo favorito era el quedarse en la cama comiendo algo de la alacena de la cocina —que siempre estaba repleta por algún motivo, de seguro Celestino se encargaba de ello—.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora