Capítulo XVIII: Un humano se siente más real

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Si alguien me preguntara qué fue lo que sentí al dar mi primer beso diría que nada

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Si alguien me preguntara qué fue lo que sentí al dar mi primer beso diría que nada. Que fue un simple roce de labios, un contacto de piel contra piel a la que la gente le daba mucha importancia. Yo no le veía nada especial, no entendía la emoción y nerviosismo de muchas personas por algo tan nimio.

Y no era como que la persona con la que di mi primer beso no me gustara. De hecho, me agradaba bastante y la quería. Todavía lo hago. Aunque estoy seguro que a Yelena no le gustaría que rememorara aquella ocasión. Decidimos nunca volver a mencionarla, lo dimos como algo sin importancia. Solo estábamos experimentando.

Experimentar. Esa era la palabra.

Toda mi vida se había basado en experimentos. Experimenté por un tiempo lo que se suponía debía ser una familia y resultó mal. Experimenté un estilo de vida más libre y solo terminé sintiéndome ahogado por unas cadenas invisibles. Intenté experimentar lo que era el amor, pero no salió bien.

Hubo un momento en el que me detuve a preguntar adónde me llevarían aquellos experimentos. ¿Qué sería de mí si seguía dando vueltas, sin un destino en específico?

Bueno, aunque todavía mi camino era un tanto difícil y aún me faltaba solucionar unas cuantas cosas con respecto a mi familia, podía decir con total seguridad que finalmente había encontrado una luz en medio de la desolada y oscura senda que tenía delante de mí. Y el dueño de esa luz era un japonés con presencia ansiosa pero con actitud decisiva cuando se lo proponía. Un pelinegro con piel blanca y suave, ojos expresivos y brillantes, sonrisa de labios rosas y una voz que podía calmarme incluso en situaciones extremas.

También, si alguien me preguntara cómo fue que llegué a sentir algo tan profundo por una persona a la que no conocía de hace mucho, no sabría en realidad qué contestar. ¿Acaso había una respuesta precisa? Solo sucedió tal como suceden muchas cosas.

Fue inesperado y hermoso.

El solo pensar en Yuuri me hacía sonreír. Y al parecer eso tenía harta a mi hermana mayor, quien estaba haciendo de nuevo esa particular mueca suya con los labios cuando se cansaba de algo.

—Eres realmente insoportable —murmuró ella entrecerrando los ojos en mi dirección. Le dio un sorbo a su café y apoyó la mano en la mesa en la que estábamos—. ¿Has escuchado tan siquiera la mitad de lo que dije?

Yo moví la cucharita de mi café, mirando concentrado cómo el líquido se movía.

—Escuché algo sobre mi padre, reunión, traje de gala, invitados y anuncio oficial —respondí con desinterés—. Y ninguna de esas palabras me llama la atención, lo sabes.

Tonya suspiró bajito y se inclinó hacia mí. No podía ver sus ojos porque tenía gafas oscuras al igual que yo, pero sabía el tipo de mirada que me estaba lanzando. Era mi hermana al fin y al cabo, la conocía mejor que nadie.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora