Capítulo XI: Un Cupido conoce la magia

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Aunque intentaba sonsacarle respuestas a Phichit, el moreno terminaba cambiando el tema de forma abrupta

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Aunque intentaba sonsacarle respuestas a Phichit, el moreno terminaba cambiando el tema de forma abrupta. Yuuri lo notaba, así que dejaba de insistir, pero aun así se preocupaba por lo que le sucedía a su amigo.

En el bus, Phichit se la pasó hablando de Walter y cómo el hámster de alguna manera se las ingeniaba para comerse todas las galletas de uno de los tarros de la cocina, aunque estuviera en una de las alacenas más altas.

Yuuri se reía y le contaba que Vicchan tenía la habilidad sorprendente de tener todo en orden en menos de cinco minutos. Él no se consideraba una persona desordenada, sino olvidadiza. En ocasiones dejaba toallas tiradas en el suelo con la idea de recogerlas después, pero cuando regresaba Vicchan ya tenía todo limpio y guardado.

Se preguntaba si era parte de las habilidades de los Hermes o si solo se trataba de Vicchan.

Cuando llegaron a la universidad, Yuuri recordó por un instante lo que había visto ayer justo allí: Viktor con una mujer.

Apretó la tela de sus pantalones, llamando la atención de su amigo.

—¿Sucede algo? —preguntó Phichit deteniéndose frente a él.

Yuuri lo miró sin saber qué debía decir o cómo preguntar lo que rondaba por su mente.

—Phichit, tú... ¿has pasado muchos problemas con tu cliente? —quiso saber bajando la mirada con nerviosismo.

Phichit lo observó con sorpresa ante la pregunta, al parecer fue repentina para él.

—¿Por qué preguntas? ¿Tuviste problemas con Viktor? —dijo a su vez, acercándose a Yuuri para hablar en voz baja.

Yuuri negó de inmediato.

—¡No, no! Solo que... no sé, estoy confundido con muchas cosas. Sé que cada cliente es diferente, pero ¿has tenido problemas con el tuyo? ¿Has logrado entenderlo?

Phichit se quedó en silencio durante unos segundos para luego suspirar.

—Vamos a la biblioteca a hablar, allá nadie nos molestará —dijo dando media vuelta y dirigiéndose hacia el edificio antiguo que componía la biblioteca y otros salones.

Yuuri lo siguió rápido, ingresando tras de Phichit a la edificación. En esta ocasión no fue al final del pasillo, sino que caminó hacia unas escaleras de caracol que los llevaban al segundo piso. Este tenía menos estantes con libros, al parecer era el lugar para aquellas personas que preferían estar solos leyendo.

Phichit fue hasta uno de los estantes y Yuuri contempló con impresión la cantidad de libros que había allí.

—Yuuri, ya te lo dije antes. Los humanos son difíciles de entender, impredecibles, pero sorprendentes. Sus acciones son inesperadas, sus sentimientos profundos —habló el moreno mientras iba sacando libros de las columnas con seriedad—. Mi cliente... Bueno, creo que su problema radica en sí mismo. Su personalidad es complicada, me costó bastante el poder hablarle y mucho más el saber algo de él. Pero he avanzado un poco. Solo basta con conocer sus puntos débiles.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora