Capítulo XXII: Un Cupido conversa con un gatito

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Cuando Yuuri despertó por un segundo se sintió perdido

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Cuando Yuuri despertó por un segundo se sintió perdido. Sabía que la cama en la que estaba era la de la Tierra, que la luz que entraba por una rendija de la ventana provenía del sol y que el aroma que venía de su pequeña cocina de ningún modo podía ser obra de Vicchan.

La sensación de relajación en su pecho casi le impidió levantarse, pero tuvo que hacerlo porque definitivamente había alguien cocinando en su apartamento. Alguien.

Ahí fue cuando por fin reaccionó y se incorporó de forma abrupta, logrando marearse durante unos segundos.

Lo primero que vio fue a un Vicchan más grande sacando la lengua y mirándolo fijamente con esos ojitos oscuros y alegres.

Ah, no era Vicchan, era Makkachin. Claro.

Y el que estaba cocinando algo que olía demasiado delicioso era...

—Buenos días, Yuuri —saludó Viktor, volteándose hacia él con su delantal puesto y una cucharita en la mano—. El desayuno está casi listo, así que es hora de levantarse.

Yuuri sacudió su cabeza, pensando por un instante que la imagen de Viktor vistiendo algo suyo y cocinando en su apartamento era demasiado buena para ser real. Le dolió un poco el pecho al verlo y descubrir que era real. Estaba sucediendo, sí. Viktor estaba allí, le sonreía con la mayor naturalidad del mundo y... Afrodita, ¿por qué de repente sentía ganas de llorar?

Se ahogó un suspiro para no preocupar a Viktor y salió de la cama, encontrando las gafas en la mesita de noche. Alargó una mano y acarició la cabecita de Makkachin, quien al parecer eso era lo que había querido desde el principio.

Recordó entonces a Vicchan y lo buscó con la mirada, encontrándolo a un lado de la puerta que daba al baño, casi escondido.

—Vicchan, ¿qué haces ahí? Ven aquí —murmuró, meneando una mano en su dirección, pero el perrito no se movió de su sitio. Simplemente le lanzó una mirada indiferente y giró el cuerpo, dándole la espalda. Aquello sorprendió a Yuuri.

—Ha estado allí desde que desperté —comentó Viktor en voz baja, teniendo dos platos en las manos y poniéndolos en la mesa que quedaba justo al lado de la cocina. Era verdad lo que había dicho Viktor, el apartamento era muy pequeño ahora que se daba cuenta. Todo quedaba a unos pasos de distancia—. Intenté darle algo de comer, pero no encontré nada. ¿Con qué sueles alimentarlo?

Yuuri se atragantó al contestar, analizando la pregunta. Como Vicchan no era un perro normal, usualmente comía lo mismo que él, aunque en pequeñas cantidades.

—Ah, se acabó su comida, debo ir a comprar más —respondió, evadiendo en parte la pregunta. Se levantó de la cama, provocando que Makkachin también saltara al suelo y lo siguiera—. No sé por qué actúa así, él es amable.

Escuchó la risita que emitió Viktor.

—Hablas como si fuera un humano —dijo, agarrando una de las dos sillas que había en el comedor—. Bueno, el desayuno está listo, piggy.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora