Capítulo XVII: Un Cupido que llora

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Yuuri se preguntó si todas las personas sentían lo mismo al ser besadas

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Yuuri se preguntó si todas las personas sentían lo mismo al ser besadas. Si su piel hormigueaba con tanta intensidad, si la temperatura alrededor aumentaba de gran manera, si hasta roces mínimos se sentían como choques eléctricos, si los aromas y las sensaciones incrementaban con potencia y explotaban como una bomba de pasión.

¿Todos experimentaban lo mismo al besar a otra persona o era él el raro?

Porque ahora que tenía los labios de Viktor sobre los suyos moviéndose con una lentitud exasperante pero a la vez placentera se preguntaba si el estar tanto tiempo en la Tierra lo estaba haciendo vulnerable a esta clase de situaciones.

Apretó los hombros de Viktor con sus manos temblorosas. Su cabeza trabajaba a toda marcha, miles de mini Yuuri Cupido agitaban sus alas en medio de la locura sin saber qué hacer. Él tampoco sabía qué hacer, estaba estático.

Y se sorprendió cuando un sonido desconocido para sí mismo salió de sus labios.

La lengua de Viktor, húmeda y caliente, rozó sus labios cerrados como pidiendo permiso para entrar y Yuuri, al gemir, le dio el pase libre a explorar su cavidad. Los ojos de Yuuri se abrieron de par en par, observando entre conmocionado y con un sentimiento inexplicable en su pecho la manera en la que el peliplateado tenía los suyos cerrados y las cejas fruncidas, las mejillas coloreadas en un rosa claro y una expresión suave reflejada en las facciones.

Yuuri no comprendía por qué lucía tan tranquilo mientras lo besaba cuando él en el fondo estaba muriendo. Apretó sus parpados al instante en el que su tímida lengua chocó con la de Viktor, y cuando las manos del mayor se dirigieron a la cintura de Yuuri para acercarse más, pudo ver estrellitas en medio de la oscuridad de sus ojos.

Viktor se separó un milímetro para poder respirar y ambos jadearon contra sus bocas. Yuuri quería alejarse y aclarar su mente que no dejaba de dar vueltas, pero al parecer el otro no pensaba lo mismo.

—Yuuri, ¿te duchaste con mi jabón? —murmuró Viktor, rozando la nariz contra el cuello blanco del pelinegro, aspirando profundo su esencia, provocando un estremecimiento en Yuuri—. Me gusta eso de que huelas como yo.

Yuuri jadeó al sentir la tibieza de la lengua de Viktor recorrer su piel, dejando tras de sí su marca al morder y chupar. Los grandes brazos del mayor lograron que de alguna manera Yuuri quedara semi recostado en el sofá para así posicionarse encima de él, con una rodilla entre sus piernas. Las manos de Viktor se entretuvieron acariciando con suavidad la cintura del pelinegro, entre tanto y tanto subiendo la camisa que llevaba puesta.

La película ya estaba en los créditos con la música dramática de fondo. Yuuri la escuchó en la lejanía, como si se hubiera hundido en una especie de burbuja en la que solo habitaban Viktor y él. Las caricias que este le proporcionaba le hacían sentir que tocaba el cielo con la punta de los dedos.

No obstante, cuando la rodilla de Viktor hizo un movimiento repentino y rozó su entrepierna, Yuuri volvió a ver estrellas brillantes en su visión. Solo que esta vez no fueron estrellas. Realmente algo ocurría con la electricidad.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora