Capítulo IV: Un Cupido comienza a sentir

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—A-ah, sí, quiero un café —murmuró Yuuri nervioso

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—A-ah, sí, quiero un café —murmuró Yuuri nervioso.

Phichit asintió y anotó en una libreta que tenía frente.

—En un instante se lo traeré —dijo el moreno, guardándose la libreta en uno de los bolsillos del delantal que llevaba puesto. Era un empleado de la tienda.

—¡E-espera! —exclamó Yuuri, alcanzando la esquina del delantal antes de que se marchara.

Phichit le dirigió otra de sus sonrisas amables.

—En un segundo hablaremos, Yuuri, no te preocupes —susurró, soltándose y caminando hacia la parte donde preparaban el café.

Yuuri lo observó entre confundido y animado. El encontrarse así de fácil al otro Cupido que estaba en la Tierra nunca se le cruzó por la cabeza. Menos que trabajara en el café que estaba al lado del edificio donde vivía.

¿Las coincidencias de ese estilo eran comunes en los humanos?

Cuando menos lo pensó, Phichit ya estaba a su lado. Le dejó una taza de café en la mesa junto a una nota.

—Que lo disfrute, señor —dijo sonriendo, dando media vuelta.

En la nota decía "Espérame en el callejón de al lado en cinco minutos, lleva a tu compañero".

Con compañero de seguro se refería a Vicchan. Phichit ya lo había notado. Yuuri alzó la mirada y notó que el perro también lo estaba mirando. Se había dado cuenta que Phichit era un Cupido.

Yuuri se apresuró a tomarse el café, en el proceso se quemó la lengua y la nueva sensación le pareció extraña pero interesante. Ser humano implicaba muchas cosas y ahora comenzaba a comprenderlo.

Tamborileó los dedos en la mesa, haciéndose el pensativo. Miró en el celular la hora, como había estado haciendo segundos atrás. Aunque aún no entendía muy bien el empleo del aparato, se dio cuenta de que tenía la misma función que el teléfono en Cupid, el comunicarse unos a otros. Lo único que le faltaba era aprender a manejarlo por completo.

Pasaron los cinco minutos más eternos de su existencia. Hasta ahora nunca le había prestado mucha atención al tiempo ya que en su planeta este no tenía relevancia, pero se percataba de la importancia de este en la Tierra.

Fue a recoger a Vicchan y salió de la tienda. Caminó unos cuantos pasos, mirando a los lados, y luego se metió al callejón que quedaba entre la tienda y el edificio de apartamentos.

Allí estaba Phichit apoyado en una pared. Cuando lo vio, una sonrisa genuina apareció en su rostro y se apresuró a estar frente a Yuuri. Le agarró las manos con fuerza.

—¡Yuuri, qué dicha me da verte! —dijo, sacudiéndole las manos emocionado.

—Ah, lo mismo digo... —murmuró Yuuri, sonriendo nervioso.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora