Capítulo XXXI: Un Cupido curioso

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En Cupid, Yuuri recordaba haber visto infinidades de cintas grabadas acerca de citas románticas

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En Cupid, Yuuri recordaba haber visto infinidades de cintas grabadas acerca de citas románticas. Eso lo hacía para estar informado al respecto, sobre todo para guiar a sus clientes por el mejor camino hacia una relación fructífera.

En ellas siempre veía escenas especiales con rosas y chocolates de por medio, cartas con olor a colonia femenina, besos tímidos y manos entrelazadas.

En ese entonces pensaba que era algo increíble que los humanos pudieran acercarse tanto entre sí. Le impresionaba esa facilidad con la que congeniaban y creaban su propio ambiente. Aunque no tenía muy en claro lo que era el amor, se le hacía algo maravilloso de ver.

Y ahora que lo estaba viviendo, podía entender en parte la emoción de los humanos antes actos tan simples. ¿Cómo no sentirse feliz mientras Viktor le masajeaba el cuello y acariciaba su cabello con ternura? Era algo celestial. De alguna manera todo el estrés que cargaba se iba desvaneciendo.

—Estás tenso, Yuuri —dijo Viktor conforme apretaba la zona de sus omoplatos, provocando un agradable estremecimiento en todo su cuerpo.

Yuuri estaba sentado en el suelo y Viktor en el sofá de la sala. Veían una película que el pelinegro había escogido, aunque a Yuuri le costaba concentrarse en las escenas por los toques del ruso. Comenzaba a quedarse dormido.

—Creo que he manejado mucho estrés esta semana... —murmuró Yuuri, entrecerrando los ojos, viendo un poco difuso las imágenes de la pantalla.

Según recordaba, la película era sobre algo así como viajes en el tiempo y autos voladores. Era lo suficientemente interesante como para decidir ponerla. Sabía que era ficción, pero a Yuuri le impresionaba el ingenio humano para inventar ese tipo de cosas. No tenía duda de que si lo proponían, los humanos lograrían llegar muy lejos.

—¿Quieres hablar sobre ello? —preguntó Viktor, presionando específicamente la parte que le dolía.

Yuuri suspiró, dándole un sorbo al té que el mayor le había servido. Luego pasó sus manos por las orejas mullidas de Makkachin, quien se encontraba acostado en sus piernas.

Esto se sentía tan bien que creía que no era real. ¿Realmente se merecía tanta felicidad?

—Yo, eh, discutí con Phichit —susurró Yuuri, confesando todo por fin. Ahora que Phichit había decidido darle la espalda, no tenía a nadie más a su lado a excepción de Viktor. Aún contaba con Vicchan, mas su temor de afectar al perrito más de lo que había hecho era mayor—. Y no creo que volvamos a hablar.

Viktor se detuvo por un instante para agachar la cabeza a su altura. Una mirada de sorpresa adornaba su semblante.

—¿Qué? ¿Por qué pelearon? ¿Acaso no se llevaban muy bien? Recuerdo que hasta hace poco los vi juntos.

Yuuri añoró por un instante las manos de Viktor en sus hombros, así que restregó su cabeza en la rodilla del peliplata y este, soltando una risita, continuó con el masaje. Se quedó en la misma posición, con la mejilla apoyada en la rodilla del otro.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora