Epílogo

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En cuanto Yuuri Katsuki abrió los ojos, lo primero que vio fue un techo blanco

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En cuanto Yuuri Katsuki abrió los ojos, lo primero que vio fue un techo blanco. Sin decoración o lámparas de por medio. Solo un techo blanco.

Después de unos segundos se percató de que se encontraba acostado en una superficie suave y mullida, su cabeza apoyada en una almohada.

Una cama.

Sus ojos recorrieron el impoluto techo, todavía un poco perdido, pero con una extraña sensación en la base de su estómago. Movió los dedos de sus manos y pies para asegurarse que estaba completo. Percibió los latidos de su corazón, los cuales eran calmados y tranquilos.

Se percató entonces de dos cosas que ya no estaban: sus gafas y sus alas.

Y así fue como una serie fugaz de imágenes cruzaron su mente, recordándole lo que había pasado y sentido. Y también recordó el lugar en donde estaba.

Sus manos temblaron y se las llevó al rostro, tocándose con lentitud. Él... era real, su cuerpo estaba bien. Estaba vivo, respirando, no le faltaba nada.

Había llegado sano y salvo a la Tierra.

Se incorporó con cuidado, prestando atención a cada parte de su cuerpo. No obstante, la pesadez que había sentido en Cupid había desparecido. Todo él se sentía más ligero, la paz alojándose en su corazón. Recordó entonces las palabras de Minako y sonrió.

Ahora era un humano de verdad.

De repente, un ruido sordo lo sobresaltó y miró en su dirección.

—Oh Dios... —murmuró la persona que había entrado al cuarto en el que Yuuri se encontraba. Una de sus rodillas estaba apoyada en el suelo como si no hubiera soportado todo el peso de su cuerpo—. R-realmente... estás aquí.

Esa voz. Sus ojos, su cabello, su rostro. La expresión que poseía en aquel instante...

Solo podía ser de una persona.

Sus manos empezaron a tiritar sobre el regazo, observando anonadado a la otra persona, quien tampoco podía creer lo que veía.

—D-dime que no estoy soñando, por favor —susurró la otra persona, incorporándose con torpeza, caminando temeroso a la cama—. Di algo, por favor, solo así podré darme cuenta que eres real. H-he soñado esto tantas veces, pero esta vez es...

Yuuri parpadeó seguido, examinando a la persona que se acercaba.

Los ojos azules que lo contemplaban seguían siendo igual de resplandecientes y puros como los había conocido, observando todo de una forma única. Ahora lo estaban mirando a él directamente y lo único que le apetecía hacer era llorar.

Su cabello estaba ahora un poco más corto que cuando lo conoció, el mechón de cabello que cubría un ojo había desaparecido. Su piel seguía siendo blanca como la nieve y tersa, aunque pudo notar una que otra diminuta arruga en la parte de sus ojos que antes no tenía.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora