Capítulo XLIV: Un Cupido y sus amigos le sonríen a la luna

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Calma

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Calma.

Absoluta y completa calma. El poder respirar con tranquilidad, con el pecho liberado de las cadenas que antes lo rodeaban, sintiendo que cada exhalación era una sonrisa de su corazón.

Así se sentía Yuuri en aquel instante, abrazado a Viktor en su cama sin pronunciar palabra alguna. Los dedos del ruso le dedicaban caricias por sus brazos, el cuello, las mejillas, la frente y se tardaban más de lo necesario en sus labios. La mirada que Viktor tenía en aquel instante provocaba un calor intenso en su interior y se sentía acogedor.

Nunca nadie lo había mirado con tanto amor.

Yuuri, por su lado, tenía sus manos apoyada en el pecho de Viktor como si quisiera confirmar una y otra vez que aquello era real. De verdad estaba ahí, lo estaba tocando, palpando, respirando junto a él, compartiendo latidos.

Y aunque no decían nada —lo único que necesitaban ahora era permanecer uno al lado del otro—, cada vez que se miraban a los ojos se sentía como si las palabras salieran por sí solas y volaran alrededor de ellos. Palabras de amor y cariño, que demostraban los miles de sentimientos que los inundaban en aquel instante.

Solo bastaba con una mirada para darse cuenta de ello.

Luego del encuentro en la sala del apartamento y de las lágrimas liberadas por ambos, no fueron capaces de separarse. No hubo nada más que un abrazo, lo que ansiaban era estar cerca para confirmar que no era un sueño. Incluso Viktor llegó a ignorar la extraña vestimenta de Yuuri, su uniforme como Cupido. El unir sus manos, oler su conocido aroma y escuchar sus propias voces murmurando el nombre del otro, era lo que necesitaban para sentirse en paz.

Por eso ahora estaban ahí, recostados de lado en la cama y enlazados de una manera que iba más allá de lo física. Sabía que la mañana había llegado porque un tenue rayo de luz atravesaba las cortinas cerradas de la habitación de Viktor, mas ninguno percibió el transcurso del tiempo y tampoco había cansancio en sus cuerpos. De hecho, nunca se habían sentido más relajados como en aquel momento.

Sus corazones no habían parado de latir desde que se vieron y por primera vez no temieron en que se escuchara. Era una confirmación más del momento real.

Pero, a pesar de todo, Yuuri debía decir algo. Le iba a doler romper el silencio mágico, mas era algo importante y el tiempo seguía transcurriendo por más que para ellos se hubiera detenido.

—Viktor —llamó Yuuri, saboreando el nombre.

Viktor, sin detener las caricias, lo enfocó con sus ojos azules y lo miró con ternura.

—Dime —susurró.

Aunque Yuuri deseaba quedarse así todo el tiempo que le fuera posible, había otras cosas que debía hacer aprovechando que estaba en la Tierra. Tenía que ver a otras personas y hacer lo que más le dolía hacer, pero que era necesario.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora