Capítulo XX: Un humano tiene un nuevo comienzo

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—¿Nos vamos? —dijo Yuuri mientras alejaba su dedo de mi cabeza y sonreía abiertamente

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—¿Nos vamos? —dijo Yuuri mientras alejaba su dedo de mi cabeza y sonreía abiertamente. Sus ojos rasgados se entrecerraban de una forma adorable y esto me hizo olvidar por un instante lo que había hecho.

—¿Qué? ¿Tanto se me nota la edad? —farfullé con reproche y haciendo un mohín en dirección a Yuuri.

El comentario provocó que mi estudiante abriera la boca sorprendido, como si apenas se hubiera percatado de su acción, y se apresuró a negar con la cabeza y las manos.

—¡N-no, no es eso! ¡Yo solo... eso no es lo que quería dar a entender! —tartamudeó el pobre Yuuri, el bochorno subió a su rostro, enrojeciéndolo.

Al parecer nunca me cansaría de fastidiarlo así. Era mi placer culposo.

Sonreí mientras arrancaba el auto y conducía por la calle.

—No te preocupes, Yuuri. Solo te estoy molestando —dije para tranquilizarlo y así fue. Yuuri suspiró aliviado y se recargó en el asiento—. Puedo ser mayor que tú, pero no tanto. Apenas tengo veintiocho años.

—Lo siento —susurró Yuuri, hundiéndose en la almohadilla.

—Ya, olvídalo. —Meneé una mano, riéndome. Viré el manubrio a la derecha y miré a mi acompañante de reojo—. ¿Te parece bien si paso por Makkachin antes? No lo he sacado a pasear desde la mañana.

—Ah sí, yo también sacaré a Vicchan.

—Perfecto.

Y así conduje en dirección al edificio donde vivíamos. Yuuri se mantuvo en silencio en el corto trayecto, miraba con atención por la ventana, aunque todavía su boca se curveaba en una diminuta sonrisa de la cual él parecía no haberse percatado.

Su mutismo no era incómodo como con la mayoría de personas. Yo era del tipo que siempre tenía algo que añadir en las conversaciones, me gustaba hablar y también relacionarme con gente que fuera parecida. No obstante, con Yuuri era diferente. Él usualmente se ponía nervioso cuando le conversaba o a veces él mismo hablaba tan rápido que no le entendía. Parecía todo un principiante en eso de dialogar con otras personas.

Y a pesar de todo esto, Yuuri era el único con el que había logrado abrirme sin sentirme juzgado. Sus ojos nunca me miraban con desprecio y cuando me sonreía era sincero.

Aparqué el auto afuera del edificio cuando llegamos y los dos nos bajamos. Yuuri, sin preguntarme siquiera, caminó hacia las escaleras, cosa que agradecí. Cuando estuvimos en nuestro piso nos dirigimos a los respectivos apartamentos en busca de nuestras mascotas. Cuando abrí la puerta Makkachin saltó de inmediato al verme y por poco me tumbó al suelo, al menos yo esperaba esa reacción así que pude sostenerlo.

—Hola, amiguito. Iremos a dar un paseo con Yuuri y Vicchan —le dije a Makkachin mientras le ponía la correa, aunque después se la quitaría porque le incomodaba tenerla, y él me dio una lamida en la mejilla como respuesta. Reí con ello—. ¿Estás feliz? Yo también. Yuuri es un gran chico, ¿no? —Recibí como contestación un ladrido. Acaricié sus orejas y me incorporé—. Sí, lo sé. Es demasiado bueno para mí.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora