Capítulo XXXIX: Un Cupido y un humano descubren la verdad

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Ver a Phichit con sus ojos vivaces, observándolo con alegría y una sonrisa titubeante hizo que el corazón de Yuuri se derritiera un poco

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Ver a Phichit con sus ojos vivaces, observándolo con alegría y una sonrisa titubeante hizo que el corazón de Yuuri se derritiera un poco. Sin poder evitarlo, sonrió y se lanzó a abrazar a su mejor amigo, su compañero de aventuras, su confidente.

Al fin y al cabo, aquello nunca cambiaría.

—Wow, ¿qué pasa? —preguntó Phichit riendo, pero correspondiendo el abrazo de Yuuri.

—Estás de vuelta —murmuró Yuuri, hundiendo el rostro en el cuello de su amigo.

Lo supo en cuanto lo vio: su amigo, el verdadero Phichit, estaba de vuelta. Lo notó en sus ojos, oscuros pero con el brillo infantil y alegre que lo caracterizaba.

—Lo sé, amigo —dijo Phichit, dándole unas suaves palmadas en la espalda de Yuuri—. Te lo dije, ¿no? Walter me ayudó a recuperarme. Le debo mucho.

Yuuri pensó que también le debía mucho a Walter. Y a Vicchan también. Quizás nunca podría pagárselo por completo, pero sentía que ellos nunca le pedirían nada a cambio. Los Hermes eran generosos por naturaleza, aunque quisieran ocultarlo con sus actitudes orgullosas.

—Pero... ¿por qué estabas allí dentro? ¿Acaso eres un Erote y no lo sabía? —exclamó Yuuri con los ojos abiertos de par en par, separándose de Phichit.

El moreno rio, golpeando su hombro con suavidad. También vestía su traje de Cupido y las alas alzadas le daban una apariencia más que celestial, más que humana. Phichit parecía brillar allí en Cupid con su presencia de ángel.

—No, no soy un Erote y tampoco me gustaría serlo. Ufff, demasiada presión —contestó Phichit, negando con la cabeza y estremeciéndose. Yuuri agradeció que utilizara un tono bromista para aligerar el ambiente. Todavía no era capaz de mirar a la persona que estaba a su lado—. Pero también me convocaron. Es decir, como testigo ocular nada más. Quizás porque estuve también en la Tierra, no lo sé.

Yuuri no contestó, pensando en la respuesta.

—Los Erotes... ¿Qué piensas de ellos? —preguntó, sin dar más rodeo a lo anterior. No quería pensar más de lo debido, sobre todo no quería sacar a colación el tema de la purificación y todo lo sucedido con Phichit, con la mente de Phichit. Aunque en un momento determinado debían hablar de ello—. ¿Notas algo diferente?

La sonrisa de Phichit titubeó y miró a la persona que estaba a su lado, lo que atrajo la atención de Yuuri.

—Minami, creo que es momento de que hables —mencionó Phichit con seriedad y en un tono bajo.

Yuuri frunció el ceño, sin comprender. Vicchan, volando a su lado, miraba a Minami con los ojos entrecerrados, como si no confiara en él.

—Aquí no, estamos muy cerca de... ellos. —Sin necesidad de especificarlo, Yuuri supo de inmediato que se trataba de los Erotes—. Vayamos a hablar en mi casa.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora