Capítulo XXXVII: Un Cupido y un humano en mundos diferentes

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El tiempo en Cupid transcurría de forma diferente que en la Tierra

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El tiempo en Cupid transcurría de forma diferente que en la Tierra. Un segundo en el mundo humano era una infinidad de mili segundos en Cupid. Un suspiro de una persona era una hora para Cupid. Un parpadeo se podía entender como el paso de la noche al día.

Aquello no era del todo perceptible mientras se estuviera en cada planeta. Lo bueno de los Cupido se debía a que fueron creados para ser adaptables. Ninguna labor era imposible para ellos, todo lo captaban con facilidad. Su modo de pensar iba más allá de lo que cualquier humano podría entender.

Aunque para Yuuri aquello se hacía cada vez más ajeno. Estando en Cupid, volando con sus alas sobre cada cubículo y oficina encargada de diversas funciones del planeta, se percató de lo mucho que le había afectado su tiempo en la Tierra. Incluso volar se le hacía raro, la sensación era diferente.

—Oye, oye, no te ladees así. ¿Adónde crees que vas? —preguntó Vicchan, volando a su lado, guiándolo.

Vicchan, por un lado, no se veía afectado en lo absoluto por el cambio de planetas. Yuuri suponía que con los Hermes todo era completamente diferente.

—Eh, pues en realidad no sé adónde vamos. Dijiste que me ibas a mostrar algo —respondió Yuuri, intentando equilibrarse en el aire.

Sus alas aún no estaban bien formadas, ya que todavía era un Cupido del Nivel 2. Entre más alto el Nivel, más desarrolladas serían las alas. Los niveles iban del uno al cinco, siendo el uno los Cupido que apenas crecían y no ejercían labores complicadas. Y sin duda, el cinco era el nivel predilecto para Afrodita únicamente. Ni siquiera sus ayudantes alcanzaban aquel rango.

—Sí, te mostraré algo. Así que sígueme el paso, vas muy lento, Yuuri —mencionó Vicchan, metiéndose entre unos "edificios" voladores con forma de nube. Yuuri sabía que esas eran oficinas de atención al cliente, aunque nunca había entrado a ninguna.

Yuuri tuvo que rodear la nube y luego acelerar para alcanzar a Vicchan. Sus jadeos se hacían cada vez más sonoros y Vicchan lo miró sobre el hombro, sonriendo burlón. Era extraño para Yuuri no ver la carita del caniche allí, pero por algún motivo tampoco encontraba mucha diferencia entre este Vicchan y el del planeta.

Tenía apariencia de niño, sí, pero seguramente ya tenía años de existencia. Según tenía entendido, los Hermes fueron los primeros seres creados por Afrodita, los que se encargaron de ayudarle a construir todo lo que implicaría Cupid.

Yuuri miró a Vicchan, a su cabello castaño meneándose por el viento, y pensó en algo. Tragó saliva y luego abrió la boca.

—Vicchan, ¿conoces a Afrodita? —preguntó, enredándose un poco. Vicchan no detuvo su vuelo, pero Yuuri percibió que una de sus alas se agitaba con nerviosismo, cosa que al pelinegro le pareció tierna—. Conoces a Afrodita. —Esta vez lo afirmó—. ¿Cómo es? ¿Es tan temible como muchos aseguran? ¿Por qué nunca se ha presentado?

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora