Capítulo XXXIV: Un Cupido y un humano se enfrentan cara a cara

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Cuando Yuuri despertó, lo primero que percibió fue un aroma dulzón que se deslizaba por sus fosas nasales

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Cuando Yuuri despertó, lo primero que percibió fue un aroma dulzón que se deslizaba por sus fosas nasales. Luego sintió la suave caricia de una pluma en su rostro y después una lengua húmeda que le daba un beso en toda la cara...

Espera, ¿una lengua?

Abrió los ojos, notando ante todo que no tenía las gafas puestas, y miró directo a unos ojos como puntitos que lo observaban con ensoñación. La lengua volvió a pasar por su rostro, provocándole una risita porque el pelaje le hacía cosquillas en el cuello.

—Makkachin, detente —murmuró Yuuri riendo, sacudiéndole las orejas al caniche que parecía encantado lamiendo toda su cara—. De acuerdo, de acuerdo. Buenos días a ti también.

Makkachin emitió un pequeño ladrido en respuesta.

—Vaya perro suertudo. —Escuchó que alguien decía y ambos, Yuuri y Makkachin, voltearon a ver al ruso de brazos cruzados apoyado en el marco de la puerta.

No obstante, lo que llamó la atención a Yuuri fue la vestimenta del peliplata. O bueno, más bien la poca ropa que llevaba encima...

¿Cómo debía reaccionar al ver a primera hora del día a Viktor con solo un pantalón de pijama puesto y ninguna camisa que cubriera la desnudez del pecho?

Observó atentamente sus brazos, al estar cruzados los músculos se marcaban. Siguió analizándolo, notando el abdomen dividido en unos curiosos cuadritos que él ni loco tenía... ¿Qué debía hacer para obtener un cuerpo así? Aunque él se sentía bien con el suyo, no había problema por ahora, mas era cierto que tendía engordar cuando no le ponía límites a la comida.

Y lo que sucedía era que la comida era muy deliciosa. ¿Por qué los humanos hacían alimentos tan provocati...?

Sacudió la cabeza, despejándose. Estaba pensando en Viktor y comida al mismo tiempo. Era demasiado.

Escuchó una risita de parte del ruso y elevó la mirada. Viktor lo contemplaba con una sonrisa ladina, aún de brazos cruzados.

—¿Qué sucede? —preguntó Yuuri, abrazando a Makkachin quien parecía pedirle mimos.

—Nada, solo que esta es una linda imagen —respondió Viktor todavía sonriendo, recostando la cabeza en el marco y dejando que su cabello le cubriera más el rostro—. Tú en mi cama, con mi pijama puesto y abrazando a Makkachin. Es algo que me gustaría ver todos los días.

Yuuri, sin poder evitar la reacción de su cuerpo, se sonrojó de pies a cabeza. Su rostro se sintió acalorado, así que bajó la vista, riendo con nerviosismo.

—A-ah, ya veo —murmuró, sintiéndose estúpido por no contestar nada más. Pero ¡¿qué se suponía que debía decir en este caso?!

Viktor lo único que hizo fue ampliar la sonrisa y dar media vuelta.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora