Capítulo XL: Un humano y un Cupido afrontan sus problemas

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El timbre resonaba en el apartamento una y otra vez

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El timbre resonaba en el apartamento una y otra vez. Los dedos largos y con un manicure perfecto presionaban el botoncito como si su vida dependiera de ello. El repiqueteo de los tacones en el suelo del pasillo era constante, muestra clara de impaciencia.

La mujer, finalmente agotada, tomó aire y luego aporreó la puerta con su puño.

—¡Viktor, abre esta maldita puerta ahora mismo! —gritó Yelena, tomando el impulso de patear la puerta pero se abstuvo ya que tampoco quería llamar la atención de los vecinos.

La otra chica que estaba detrás de ella se sobresaltó por el asalto repentino y miró con preocupación el apartamento que tenían en frente.

—Lena, ¿crees que Viktor...? ¿Por qué no abre? Ni siquiera responde los mensajes —dijo Tonya, quien se aferraba a su bolso con fuerza.

Yelena suspiró ruidosamente y apoyó la frente en la puerta de madera.

—¿No tenías la llave del apartamento?

Tonya negó, haciendo una mueca.

—Mi hermano cambió la cerradura desde que mi madrastra y yo nos metimos la última vez.

—Bueno, no quería llegar a hacer esto, pero Viktor no me deja otra opción... —mencionó Yelena, agarrando una hebilla de su cabello y abriéndola con los dientes para que las puntas quedaran extendidas.

Tonya miró con asombro cómo la rubia metía una de las puntas dentro de la cerradura, moviéndola con sumo cuidado.

—¿Qué...? ¿Dónde aprendiste eso? —inquirió Tonya, adivinando hacia dónde iba aquello.

—Lo aprendí cuando era adolescente. Mis padres solían cerrar la puerta delantera de la casa para no dejarme salir a fiestas, pero encontré el modo de fugarme sin necesidad de usar llaves —respondió Yelena, tirando a un lado su melena rubia para que no le molestara en la vista—. Pero no lo intentes, tú eres una buena chica.

Tonya bufó con sarcasmo, rodando los ojos.

—Sí, claro —contestó.

La amiga de la infancia de Viktor y Tonya, Yelena Vólkov. Una chica con apariencia angelical pero con una personalidad feroz y a la vez espontánea. Fue ella en quien Tonya pudo pensar luego de llamar a Viktor con insistencia y que este no le contestara.

Luego de lo sucedido con su padre no tuvo noticias acerca de su hermano y realmente le preocupaba su estado. Tonya sabía que, por más que Viktor intentara ocultarlo, de una u otra manera toda la situación le preocupaba y le afectaba.

Y se sentía mal por ello porque fue en gran parte su culpa que Viktor haya sufrido durante tanto tiempo. Tal vez estaba siendo egoísta al querer verlo ahora, podía dejarlo descansar unos días que era probable lo que más necesitaba en aquel momento, pero no era capaz.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora