Capítulo XXX: Un Cupido vence los obstáculos

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Yuuri consideraba que corría relativamente rápido. A causa de tanto estrés actual y el movimiento del trabajo, además de que hacía ejercicio dos veces a la semana, su peso había menguado y ya no tenía las lonjitas de antes. Tenía un buen estado físico y no se cansaba tan fácil.

Sin embargo, el que estuviera dándole vueltas a la universidad como demente mientras le gritaba a Phichit que se detuviera de una vez por todas definitivamente lo había agotado. Y no solo por el movimiento, sino que siempre terminaba perdiéndolo de vista y cuando menos lo pensaba se encontraba en un lugar diferente.

Como en aquel instante.

Miró a su alrededor, tomando aire con fuerza mientras se preguntaba dónde se había metido su amigo.

La universidad era grande y si no tenía cuidado, se perdería por lo despistado que a veces era. Observó el árbol frondoso que se encontraba a su lado, agradecido por la sombra que este le brindaba. Volteó el rostro a la derecha y solo vio unas escaleras que lo dirigían a la zona de las canchas deportivas. Miró a la izquierda y notó a algunos estudiantes que se dirigían a sus clases y otros que simplemente gastaban su tiempo conversando por ahí. No obstante, Phichit no estaba entre ellos.

Suspiró, sacando su celular del bolsillo. En ocasiones se le olvidaba que tenía a su disposición aquel aparato y que se podía comunicar a través de él con más facilidad. En Cupid manejaban un sistema de comunicación bastante similar a la telefonía de la Tierra, pero nunca se vio algo así como teléfonos móviles y táctiles. Todavía se le dificultaba manejarlo con ambas manos y Phichit solía fastidiarlo por eso...

Phichit. Buscó con la mayor rapidez que sus dedos podían entre los contactos el nombre de su amigo y cuando lo encontró, apretó de inmediato la opción de llamada.

La llamada sonó durante varios segundos, Yuuri movió su pie de arriba abajo de forma ansiosa. Cuando finalmente se dio cuenta que no contestaría, colgó. Pero volvió a intentar una segunda vez.

Y una tercera. Y cuarta. Y quinta.

Pero Phichit nunca contestó.

Lanzó un suspiro cargado de frustración, pasándose la mano por el cabello. Ya no tenía sentido ir a clase, se había perdido la mitad de ella y estaba seguro que si asistía lo menos que haría sería prestar atención al profesor.

Se apoyó en el tallo del árbol, sintiendo a través de la tela la aspereza de este.

¿Phichit estaba tan molesto como para ignorarlo de aquella manera? Nunca pensó que algo así podría pasar, mas llegó a la conclusión de que siempre debía esperarse lo peor. Las personas eran impredecibles, nunca sabrás lo que harán.

Aunque claro, Phichit no era un humano. Era un Cupido, así como él.

Sin embargo, Yuuri pensó que Phichit sería diferente, que lo entendería mejor que cualquier otro. ¿Acaso no fue él el que confesó una vez llorando que estaba enamorado de un humano? ¿No fue él el que le dijo que los humanos eran increíbles y que siempre se sorprendería por lo que hicieran? ¿Que los amaría tal como él los amaba?

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora