Capítulo VIII: Un Cupido conoce a un gatito

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Yuuri miró la escena con extrañeza.

—Pues no era necesario hacer tanto show, joder. Ahora quítate de encima —dijo el tal Yuri, empujando a Phichit e incorporándose con la ayuda del otro chico que lo acompañaba.

Cuando ambos se pusieron de pie, Yuri finalmente miró a Phichit a los ojos. Fue un tanto imperceptible, pero Katsuki pudo apreciar una especie de sonrisa surcar sus labios.

—Es bueno verte de nuevo, chico rata —dijo, golpeando con ligereza el hombro de Phichit a modo de salud.

—Ya te dije que Walter no es una rata, es un hámster —masculló Phichit, haciendo un mohín.

—Es lo mismo —contestó el rubio, rodando los ojos.

Yuuri se dio cuenta que el chico, a pesar de tener un vocabulario demasiado parecido al de Walter, era bastante atractivo. De seguro en este mundo era popular, con ese cabello brillante y sedoso cayéndole alrededor de los hombros, sus expresivos ojos verdes —¿o eran azules?— junto a unas pestañas onduladas naturalmente. Su piel también lucía lozana y con una palidez que lo hacía destacar entre los demás.

Aquel chico era como un ángel. Y era extraño, porque Yuuri conocía muchos ángeles, pero nunca había visto a uno parecido a él.

Notando la mirada perpleja de Yuuri en él, el rubio volteó a observarlo, apenas percatándose de su presencia. Lo miró con las cejas alzadas.

—¿Y este quién es? —preguntó con un tono grueso, contrastando con su presencia celestial.

—Oh, se me había olvidado presentarlos —dijo Phichit, enroscando su brazo en el cuello de Yuuri—. Este es mi amigo, estudia también Historia. Se llama Yuuri Katsuki.

—¿Ah? —exclamó Yuri, haciendo una mueca. Contempló de arriba abajo a Yuuri, quien se sentía incómodo por la inspección—. ¿Este cerdo se llama igual que yo?

—Yuri —lo llamó el chico que estaba ahora a su lado.

—Pero... ¡Se llama igual que yo! —dijo, señalándose a sí mismo, mirando con el ceño fruncido al chico como si se tratara de un niño siendo regañado—. ¿Dos Yuri en la misma universidad?

Yuuri bajó la mirada, rascándose la nuca con nerviosismo.

—Vamos, no es tan malo —dijo Phichit—. Ya que Yuuri está en un año más adelante, entonces te pondremos un apodo.

—¿Qué? —El rubio arrugó el entrecejo, pareciendo disgustado.

—De ahora en adelante, tú serás Yurio —explicó el moreno, sonriendo de par en par—. Así evitaremos confusiones.

—¡¿Ah?! ¡Ni se te ocurra llamarme así, pequeña mierda...! —gritó Yuri, sacudiendo a Phichit de los hombros—. ¡¿Por qué yo debo tener un apodo?!

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora