Capítulo XXIII: Un Cupido furioso

5.7K 667 509
                                    

Conversar con Yuri mientras entregaban los paquetes fue más fácil de lo esperado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Conversar con Yuri mientras entregaban los paquetes fue más fácil de lo esperado. Debido a que tenían que acomodar los pedidos en los lugares donde la otra persona lo encontraría de sorpresa, su misión era pasar lo más desapercibido posible. Y eso en sí era algo sumamente difícil ya que los paquetes eran grandes y los peluches llamaban demasiado la atención.

Así que el encargado de ubicar los pedidos era Yuri porque era más rápido —y menos torpe, en palabras del rubio— que Katsuki.

—Es extraño —murmuró Yuri, mirando con el ceño fruncido la tarjeta que indicaba el sitio específico donde debían poner el siguiente paquete—. Este es el salón de dos idiotas que conozco.

—¿Quiénes? —susurró Yuuri, quien sentía la emoción a flor de piel escondido detrás de una columna. Se encontraban en uno de los edificios de la facultad de Ciencias y estaba más que admirado de la cantidad de salones que había.

—El idiota italiano que tiene un complejo de hermano y Emil, el que se parece a este youtuber famoso —respondió Yuri, soplando un mechón de su cabello rubio que cayó en su otro ojo—. Y según lo que dice esta nota, el paquete debe ser dejado en el asiento de Michele.

—Tal vez alguna chica quiere confesarse —sugirió Yuuri, no comprendía del todo la confusión del rubio.

—¿Eres tonto? Ninguna chica se fijaría en un descerebrado que solo anda pegado tras su hermana. Todo el tiempo es "Mi hermana Sara esto y lo otro". Es asqueroso —masculló Plisetsky, haciendo ademanes y muecas para reforzar su disgusto.

Yuuri sonrió divertido.

—Pues al parecer hay alguien que se fijó en él.

Yuri gruñó en voz baja y el pelinegro solo pudo compararlo con un gatito enfurruñado. Se acordó de esos videos que en ocasiones se filtraban en Cupid de gatitos haciendo una y mil cosas increíbles. Al parecer a los humanos les gustaba mucho aquellos animalitos.

—Me provoca vomitar de solo pensarlo —mencionó Plisetsky.

Yuuri iba a decir que si tenía mareo lo mejor era que fuera a su casa a descansar, pero una voz a sus espaldas los sobresaltó y el pelinegro estuvo a punto de soltar el enorme paquete que tenía en las manos. Su corazón bamboleó con intensidad y temió darse la vuelta. Si habían sido descubiertos estaban perdidos. El club no era del todo secreto por los estudiantes, aunque si algún maestro se enteraba de seguro sufrirían una sanción y lo cerrarían.

Los dos Yuri se voltearon con lentitud hacia el dueño de la voz que casi les provocó un paro cardiaco, dispuestos a aceptar el destino que les esperaba.

No obstante, a quien se encontraron fue a un checo sonriendo animado y sacudiendo una mano con entusiasmo.

—¡Hola, doble Y! —saludó Emil, la enorme sonrisa provocaba que sus ojos se achicaran.

Eros enamorado |AU Viktuuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora