K I N G #1

XXV

XXV. Gris.

"Y porque el amor no es el único que queda marcado en la piel, algunas veces el caos también lo hace."

-KING.

16 años atrás

-¡Eso era mío! -Exclamó el príncipe Nash haciendo un puchero.

-Tú lo has dicho, era, ya no más. -El mayor de los Grier, Will, respondió con burla.

-¡Regrésamelo! -Pidió con sus ojos azules comenzando a cristalizarse.

-No. -Dijo Will y acto seguido se llevó el chocolate a la boca comiéndolo sin ningún remordimiento frente a su hermano.

El pequeño príncipe rompió en llanto.

Como todo buen hermano mayor, el heredero a la corona de las Netherlands lo ignoró, caminando fuera de la habitación.

Era un hermoso día domingo, un día soleado de primavera, el castillo estaba preparándose para celebrar el cumpleaños de la reina, lo que significaba que sus tíos de Dinamarca y su primo Sean se encontraban en el castillo.

El día anterior su padre les había dado chocolates a los cuatro príncipes, Will, Nash, Hayes y Sean, sin embargo Nash había decidido guardar el último para comerlo hoy, no contaba con que su hermano mayor se lo impediría.

La puerta de la habitación se volvió a abrir y el dulce príncipe limpió las lágrimas que escurrían por sus mejillas.

El tierno heredero de Dinamarca entró con una sonrisa en el rostro y un enorme chocolate en su mano izquierda.

Nash lo miró con sus ojos rojos y Sean se detuvo en seco frente a él.

-¿Por qué estás llorando? -El príncipe preguntó ladeando la cabeza ligeramente a la izquierda.

-Will se co-mió mi cho-colate. -Contestó entrecortado.

Sean guardó silencio y bajo la atenta mirada de su primo partió el chocolate que traía en dos y le ofreció uno de los pedazos.

Nash lo tomó y al mismo tiempo que su primo comió el chocolate.

Siempre compartían.

Siempre se ayudaban el uno al otro.

Nash siempre admiró a Sean.

Sean siempre protegió a Nash.

Actualidad

Sean

Salí del despacho de mi padre furioso y saber que El Consejo ya se encontraba en el castillo solo empeoraba la situación.

Tenía que pensar con claridad cuál era la mejor solución para que el tema de casarme se solucionara permanentemente, o al menos hasta que me coronaran rey.

Caminé con pasos firmes hasta la salida del castillo, esperando que Nash todavía no se hubiera marchado. Un peso bajó de mis hombros cuando lo miré a lo lejos recargado en su auto.

-Pensé que ya te habías ido. -Dije mirándolo cruzado de brazos.

-¿Tanto te urge que deje tu castillo que decidiste venir a asegurarte que me haya marchado? -Me miró mal. -El chofer no tarda en venir para irnos. -Concluyó. Rodé los ojos.