XXVI

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XXVI. Leche.




Cuando el príncipe Sean regresó al castillo, no lo hizo solo.

El heredero había regresado junto a una hermosa chica y Nash, lo cual me resultó completamente extraño, pues antes de que se desapareciera los últimos dos días prácticamente había corrido al ojo azul.

Creo que nunca entendería del todo su relación.

Habían llegado al medio día, y desde ese entonces no me había topado directamente con alguno de ellos.

Sinceramente temía que la tranquilidad que había tenido los pasados días llegaría a su fin.

Mis antiguas experiencias me habían enseñado que nada bueno sucedía cada vez que ambos príncipes se juntaban y la presencia de aquella chica podría solo complicar las cosas, o en su defecto, podría ser de beneficio para mi.

—¿Quién crees tú que sea ella? —Dijo Sky a mi lado en busca de mi opinión. Ambas nos encontrábamos "limpiando" la biblioteca.

—Realmente no tengo la menor idea. —Respondí encogiéndome de hombros como si no me importara en lo absoluto.

La verdad era que me estaba muriendo por saber, eso sí, dudaba que fueran familia.

—Quizá deberías investigar un poco con tú príncipe. —Canturreó chocando su hombro con el mío.

—¿Mi príncipe? Estás loca. —Respondí mirándola mal.

—Ajá. —Sky miró detrás de nosotras. —Mierda. —Dijo por lo bajo.

Me giré para ver qué era lo que había generado que ella diera esa expresión y cuando descubrí de que se trataba quise decir la misma palabra.

El príncipe Sean caminaba con dirección a nosotras, cuando se encontraba a unos cuantos pasos de distancia ambas hicimos una reverencia.

—Tú. —Señaló a Sky. —Ve a la cocina y avisa que la cena se servirá en el comedor. —Ordenó.

Mi rubia amiga asintió y dando otra reverencia se marchó casi corriendo.

La atención del heredero se centró totalmente en mi y me sentí incomoda, quiero decir, la última vez que lo había visto me encontraba encima de él en mi recámara, ciertamente un pensamiento que quería alejar.

—Necesito hablar contigo. —Dijo y salió de la biblioteca, me confundí por un instante pero después comprendí que quería que lo siguiera, así que lo hice.

Me mantuve a una considerable distancia hasta que se adentró en su despacho.

Al entrar lo primero que noté fue a Nash sentado en uno de los muebles bebiendo ¿leche?, en cuanto nuestras miradas se toparon removió el vaso de sus labios colocándolo en la mesa de centro y sonrió.

Sonreí, y no sólo porque me alegrase verlo, sino por lo adorable que lucía con su bigote de leche, parecía un niño inocente, lo que dejó una duda en mi, quizá Nash era aún más complicado que su primo.

—¡Cariño! —Exclamó después de haber limpiado su boca, se puso de pie guiando sus pasos hasta donde me encontraba.

Antes de que terminara de acercarse, el príncipe Sean se interpuso entre nosotros colocando su mano en el pecho del ojo azul empujándolo hacia atrás con poca ligereza.

El rostro de Nash perdió cualquier rastro de felicidad y con brusquedad removió la mano de su primo.

—Ponle seguro a la puerta, Thea. —Demandó el heredero de Dinamarca con sus ojos fijos en los del futuro rey de las Netherlands.

Temerosa obedecí, no me gustaba el ambiente que se había creado.

Ambos príncipes se dieron una última mirada antes de que Nash regresara a su antiguo asiento mientras que el príncipe Sean fue detrás de su escritorio.

—Puedes sentarte o quedarte de pie, en realidad no me importa. —Dijo el heredero de Dinamarca, en su voz se podía apreciar su molestia.

Decidí quedarme de pie, no me atrevía a irme a sentar junto a Nash, no quería que el otro príncipe explotara.

—Me imagino que ya sabes que tenemos una invitada, Sophia Fitzalan, hija de uno de los Duques más importantes de Inglaterra. —Asentí, al menos ya sabía quién era ella.

—Olvidaste decir futura reina de Dinamarca. —Nash habló.

¿El príncipe Sean se iba a casar con ella?

—No me voy a casar con ella. —Siseó como si hubiera leído mi mente. —En realidad de eso quería hablarte. —Fruncí mi ceja, cada vez entendía menos.

—Déjate de rodeos y di lo que tienes que decir. —El ojo azul se quejó.

—Lárgate. —El príncipe Sean lo miró luciendo fastidiado.

Nash en silencio se puso de pie y caminó hacia la puerta no sin antes detenerse junto a mi y depositar un suave beso en mi mejilla, lo miré marcharse cerrando la puerta detrás de él, giré mi cabeza hacia el príncipe notando como su rostro se había encendido en un color rojizo.

Se puso de pie rodeando su escritorio y con pasos firmes se posicionó frente a mi.

—Su majestad...

—Ahórratelo. —Me interrumpió abruptamente. —Ya te he dicho que no quiero a Nash tocándote, ni mucho menos posando sus labios en ti, y a pesar de todas mis advertencias pareces no entenderlo. Aquí el único que puede tocarte soy yo, nadie más. —Recalcó.

—Su alteza, yo...

—¡Cállate Thea! No quiero perder la cabeza contigo, primero tengo que aclarar unas cosas sobre Sophia. —Asentí sin remedio.

El príncipe hizo su camino hasta donde anteriormente Nash se había encontrado sentado, se dejó caer y señaló el mueble frente a él.

Dudosa me senté y coloqué mis manos sobre mi regazo esperando a que el heredero hablara.

—Que te quede claro que yo no te debo explicaciones, pero si te las doy es porque no quiero que vayas a arruinar algo. —Empezó. —Yo no pienso casarme, Sophia solo está aquí para hacerle creer lo contrario a El Consejo y a mi padre, mi interés de contraer matrimonio es falso, y ella lo sabe, Sophia es de confianza para nosotros, pero aún así no sabe nada sobre lo del frasco negro, mientras menos personas lo sepan mejor, así que por ningún motivo se te vaya a ocurrir mencionar algo relacionado a ese tema frente a ella, ¿entendido?

—Si, su majestad. —Respondí de inmediato.

—Bien, eso era todo. —Finalizó.

—Con su permiso, su alteza. —Dije poniéndome de pie para marcharme.

—¿Siempre has tenido ese tono de piel? —Preguntó desconcertándome.

—¿Si? —Respondí dudosa, ¿a que venía esa pregunta.

—Ahora si ya puedes retirarte, Thea.




Hola, hola. El siguiente capítulo será uno totalmente nuevo. Gracias por leer, votar y comentar. Los amo y gracias por todo. ⚡️

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