IV

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IV. El Trono.


Me preparé mentalmente antes de volver a entrar a la alcoba del príncipe.

Un "adelante" fue la contestación que esperaba para poder entrar. Era la segunda vez en un solo día que entraba a la boca del lobo.

-Ponlo en la mesita de noche y retírate. -Lo escuché a hablar desde lo que creía yo era el baño.

Agradecí no verle la cara. Puse su cena donde lo había ordenado y sin más me apresuré a salir de aquel lugar, ya bastante había tenido del príncipe por una sola noche.





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A la mañana siguiente después de desayunar me acerqué a mi nana esperando como siempre a que me diera indicaciones sobre lo que haría durante el día.

Esta vez las cosas serían un tanto diferentes. La llegada del príncipe había revolucionado el castillo.

Tener al principe de vuelta había creado una pregunta rondando en mi cabeza, algo que nunca antes se me había ocurrido, algo de lo que nunca alguien hablaba; ¿que pasó con la reina?

Era casi un tema tabú no sólo en el castillo, sino también en todo Dinamarca.

-Matilde te avisará cuando el príncipe despierte y si requiere de algo, tienes que mantenerte en la cocina, así que mientras tanto pica las zanahorias en pequeños trozos. -Mi nana ordenó a lo que asentí.

La realeza cuenta con muchos empleados y no es secreto, pero normalmente el príncipe y el rey contaban con tres sirvientas exclusivas; una se encargaba de saber cuando el príncipe o el rey se despertasen y de tender la cama, la segunda mantenía la alcoba limpia y en orden, y la tercera se encargaba de llevarle comida o cosas que pidiese el rey/príncipe.

Matilde, Georgia y yo -por el momento- éramos las exclusivas del príncipe, por tal motivo mi jornada de hoy dependería en lo que al heredero al trono se le ofreciese.

Pasaron alrededor de media hora cuando Matilde apareció en la cocina, la miré esperando a que me dijese que se le ofrecía al estirado príncipe en esta mañana.

-El príncipe saldrá todo el día, ha dicho que regresará hasta la hora de la cena.

Mi entrecejo se frunció ante las palabras de Matilde, recién había aparecido y ya se iba, por otro lado me alegraba, su ausencia significaba que no tendría que verle la cara durante varias horas en mi segundo y último día aquí en el castillo.

El día pasó un tanto tranquilo, sin embargo a lo largo de la mañana había estado escuchando murmullos sobre la salud del rey, diciendo como con el paso de los días solo ha empeorado. No entendía del todo, pensaba que el rey solo tenía resfriado o algo parecido, pero al parecer podría ser algo más serio, o quizá solo estaban exagerando como lo hacían la mayoría del tiempo.

-¿Cuando regresa Sky? Pensaba que regresaría hoy. -Le pregunté a mi nana observándola preparar la cena.

Sky era un chica un año mayor que yo, se había criado en el castillo y podría considerarla mi amiga. Su actual ausencia se debía a que hace un mes había pedido permiso de cuatro semanas para ir a cuidar de su abuelo enfermo. Según mis cuentas tendría que haber regresado hoy, ella hacía de mi estadía en el palacio menos aburrida y tortuosa.

-En efecto se supone que así sería, pero por una mínima complicación regresará hasta mañana. -Chasqueé la lengua.

-No creo que alcance a verla, mañana me iré muy temprano. -Si bien me agradaba mucho Sky, no era lo suficiente como para hacer que me quedara más de lo necesario en el castillo.

K I N G  #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora