38//Contrato

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Una semana después...

– ¿Que pasa? - conteste la llamada

– Tengo tu primer trabajo hija, te espero en la casa de tu padrino para explicarte todo lo que tienes que hacer, Luis te traerá.

– De acuerdo. Allá te veo, adiós.

Colgué la llamada, me pare de la cama y me metí a la ducha. Salí y me puse mi ropa interior, me maquille y luego me vestí (multimedia). Tomé un bolso algo grande, guardé una muda de ropa y mis pertenencias, llaves, dinero, cargador, labial y mi arma. Baje a la cocina y estaba Sebastián cenando. Se podría decir que las cosas van mejorando entre nosotros, aún no duerme conmigo pero si seguimos así pronto lo hará.

Saque del refrigerador jugo de uva y Verti un poco en mi bote, saque el vodka y también le eche un poco, la combinación perfecta.

– A dónde vas?

– Saldré de la ciudad unos días.

– Que? Porque?

– Tranquilo, serán solo unos días. Además tendrás más tiempo para convivir con mis hermanos - metí mi bote a la bolsa

– Eso es lo que no quiero, convivir con ellos.

Se paró y se acercó a mí, trate de hacerme a un lado pero me acorraló en el refrigerador.

– Necesito besarte - susurro cerca de mis labios

«Yo también»

– Ya hablamos de esto... - mi respiración comenzaba a agitarse por la corta distancia que teníamos

– _____ sé que lo necesitas tanto como yo...

«Idiota, te amo»

– Lees mi mente.

No pude resistirme y lo bese, coloque mis manos en sus mejillas juntándolo más a mi pero él puso sus brazos contra el congelador y se pegó aún más. Tengo que admitirlo, Sebastián me trae bien pendeja.

– ¿Cuanto tiempo más necesitabas para hacer esto? - dijo una vez que se separó, reí y mire sus ojos.

– Señorita Herrera, es hora de irnos. - una voz masculina nos interrumpió y Sebastián se hizo a un lado dejándome ver a Luis, el chófer.

– Claro, ya voy. - camino a la puerta principal y mire nuevamente a Sebas - Hasta luego - le di un casto beso

– Te voy a extrañar hermosa. - camine a la puerta de la cocina

– Y yo a ti Urdiales. - salí de casa y me subí a la camioneta.

•••

Llegamos como a las 12 de la noche a casa de mi padrino, mi tío me recibió y me llevo hasta donde el otro, tiene como 6 años que no lo veo.

– ¿_____ eres tú?

– Hola padrino.

– No lo puedo creer, estás enorme niña, cuánto tienes 18? - reí ante su mal chiste

– No, tengo 15.

– Tienes el cuerpo de toda una mujer.

Dijo mirándome de pies a cabeza, ya empezamos con la pedofilia.

– Pasa hija, siéntate. - dijo mi tío y me senté en enfrente del escritorio de mi padrino - A lo que vinimos Oscar, no quiero hacer esperar a _____.

– ¿Estás seguro que va a poder? Está muy chica.

– Claro que podrá, yo estaré acesorandola en todo lo que haga.

– Bien como tú digas. - saco de los cajones unos papeles y me los puso enfrente - Comenzaremos con lo esencial, el contrato. Escucha te daré toda esta noche para que lo leas cuidadosamente y mañana me des una respuesta.

– Para que un contrato? - dijo mi tío

– Es importante que lo leas con ella. - dijo parándose de su silla y mirando su reloj - Que pasen buena noche, mi asistente personal los llevará a sus habitaciones, mañana a primera hora en el campo.

Dijo y salió de su despacho.

•••

Acabe de leer aquel contrato y les aseguro que no puedo firmarlo, simplemente no puedo.

– _____, ¿Ya tomaste una decisión? - pregunto mi tío desde su cama

– No puedo hacer esto. - dije dejándolo sobre la cama

– Ya habíamos hablado de es...

– ¡No! - grite y me miro molesto - No pienso vivir sola y en un país que no conozco, no quiero alejarme de ti ni de mis hermanos, y mucho menos pienso dejar a Sebastián.

Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora