91//Cínico

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Luego de contarles toda la historia de principio a fin, era más que claro que tenían dudas.

—Y pues bueno, es así como llegamos hasta mi nueva identidad. Jocelyn García.

—Bueno..., no puedo creer por todo lo que tuviste que pasar junto con Sebas. - dijo Agustina

—¿Tú y él siguen juntos? - preguntó Mathias

Había omitido la parte en la que le grité y huí de casa.

—No...

Traté de sonar firme pero la maldita voz me traicionó haciendo que este se escuchara débil y quebrada.

—Podemos saber, que paso entre los dos?

—Casi no pasamos tiempo juntos y decidimos que lo mejor sería concentrarnos en nuestros trabajos. Típicos problemas de pareja. - claramente mentí

—Lo siento cariño. Pero bueno y él a que se dedica que no tiene tiempo para ti?

Tragué fuerte sin saber que contestar, hace poco Sebastián comenzó a entrar en lo mismo que yo. Apenas está empezando pero no sé los puedo decir, no aún.

—Empresario.

Dije sin pensar dos veces, estúpida!

—Él... Ah, se asoció con una empresa que vende... Perfumes, si y ah, se la pasa en... La oficina, solo en la oficina.

Ni yo me la creí.

—Oh linda, en serio lo siento, no se como te debas sentir pero en realidad pienso que es horrible. - Agus me abrazó y no puedo creer que se la hayan creído, Wow!

—Sebastián es un idiota por no saberte prestar atención, como no ver a una niña tan bonita como tú. - dijo Mathias tomando mi hombro

—Les recuerdo que yo también tuve culpa, mi trabajo me impide verlo.

No quiero seguir mintiendoles, no soporto hacerlo con personas que quiero, ya mucho he sufrido con Sebastián.

—Pero bueno, ya hablamos mucho de mi. Mejor cuéntenme sobre su hijo, cuantos años o meses tiene?

Sonreí sin mostrar mi dentadura.

—Se llama Samuel y tiene dos años pero por desgracia salió igual que su padre.

—¿Qué? Admito que estoy realmente ofendido. - dijo Mathias tocándose el pecho

—¿Por que igual que su padre? - dije entre risas

—Súper inquieto, corre de un lado a otro y se la pasa jugando con los carritos de control remoto que le regaló Fede.

—Es un niño Agus, déjalo disfrutar de su infancia. - dijo Mathias defendiendo a su hijo.

—De acuerdo entonces déjare que viva su infancia dejándole tu computadora en manos.

—Eso si que no! - corrió a las escaleras

Un silencio se apoderó de las dos y recuerdos de cuando vivía con ellos se me vino a la mente.

—Hace tiempo que no me sentía tan...... Bien. - dije con una media sonrisa

—Por? Creí que el estar con Sebas y tener dinero te daría felicidad.

—Soy feliz solo estando al lado de Sebastián, el dinero no me importa. Hubiese preferido que nunca me trajeran a México y haberme quedado con mi padre. - susurré y mis ojos se cristalizaron - Si tan solo supira dónde está.

—Tranquila ____, te ayudaremos a encontrarlo ok? Tenemos contactos muy buenos que te aseguro que lo hayaran.

—Gracias por tu ayuda Agus, pero ya me resigne a nunca encontrarlo.

Días después...

Pasaron varios días después de que fui a visitar a los chicos, traté de disculparme con Fede pero él solo... Me ignoro.

Estaba en mi oficina terminando de escribir un contrato cuando el teléfono comienza a sonar, no conteste ya que mi trabajo es más importante. Estuvieron marcando insistentemente hasta que conteste de malas.

—Diga. - dije apretando el teléfono

—_____...

—¿Sebastián?

—Hola, como estás?

—Como conseguiste este número.

—Es lo que menos importa, puedo ir a verte?

¡Claro que sí!

—No, que quieres.

Aveces te odio _____.

—Saber como estás, necesito verte linda.

Yo también pero no voy a dejar que te aniquilen por mi culpa, ya mucho daño te causé.

Carraspee la garganta tragandome el nudo que se había formado.

—Escucha te voy a pedir que no vuelvas a marcar a este número ni a ningún otro que sea mío. No quiero saber nada de ti Sebastián, no hagas las cosas más difícil.

—Se que tú no eres así _____, dime qué pasa por favor. Tenemos que resolver esto, no puede terminar así...

—Entiende que no pasa nada, todo está bien si? Yo estoy bien, ahora por favor no sigas molestando.

Colgué la llamada y me paré molesta de mi asiento, baje las escaleras hasta la oficina de Eduardo, abrí la puerta de golpe y entré dando un golpe en su escritorio con mi puño.

—Claro puedes pasar, que se te ofrece.

Dijo con una sonrisa mientras se recargaba en su asiento y juntaba sus dedos, maldito cínico.

Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora