98//Maduren

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Minutos después trajeron nuestros alimentos y mientras comíamos platicábamos sobre nosotros. Solo él y yo...

— Nunca imaginé ver un anillo de compromiso en mi dedo.

— Porque no, cuando te conocí eras una niña súper linda.

— ¿Súper linda? Eres el único que tiene ese recuerdo de mi a esa edad. Decían que era un niña malumorada, fría y seria, que jamás me casaría y que nadie se enamoraría de mi.

— Pues es hora de irles a demostrarles que si pudiste.

— No creo que quieras ver a mi tío. - dije jugando con los cubiertos

— Así que él fue quien te decía todas esas cosas... - puso su mano sobre la mía y comenzó a acariciarla

— Esas y peores pero, mejor ya no hablemos de él. Cambiemos de tema. - alcé la mirada y sonreí sin mostrar mis dientes.

Las horas pasaron y nosotros seguimos riendo y contando viejas experiencias. Luego de unos minutos nos dimos cuenta que ya era bastante tarde por lo que decidimos volver a casa, yo fui en mi auto y él en el suyo.

Cuando llegamos a el departamento había otra caja en la mesa, era igual a la que me había llegado hace rato.

— ¿Qué es eso? - dijo Sebas dirigiéndose a la habitación mientras aflojaba su corbata

— No lo sé...

Me acerqué con cuidado y tenía las misma etiquetas de "frágil", con ayuda de un cuchillo de la cocina la abrí y está contenía un olor bastante desagradable.

— ¡Esto huele asqueroso! - dije moviendo mi cabeza a otro lado

Desenvolví un gran papel negro que se encontraba dentro de la caja y tome en mis manos lo que aún no lograba ver por la falta de luz.

— ¡Puta madre!

— Esa boca niña. - regaño y me miró

— ¡Carajo, voy a vomitar!

Me alejé de la caja y tome bocanadas de aire, había una cabeza humana dentro de la maldita caja.

— Que tal malo puede ser ______...

Se acercó a la caja y se alejó al momento.

— ¡Que carajo!

Tocaron el timbre y miré por el picaporte, al ver que no había nada mire a Sebastián, alce una parte de mi vestido y saqué mi arma, él saco el suyo de detrás de su pantalón y me acerqué a la manija.

Mientras él apuntaba yo hacía lo mismo pero abriendo la puerta, al abrirla por completo mire a ambos lados y no había nadie, habían dejado una tarjeta en el piso y la tomé.

Volví a el departamento y la leí.

— "Espero que hayan recibido mi regalo, felicidades futuros señores Urdiales." Atentamente, 27-35-12

— ¿Quien es 27, 35, 12, como sabe que nos comprometimos y porque diablos nos envío una cabeza?

— Es una prueba de que viene por nosotros...

•••

Estaba sentada en el sofá cuando tocaron la puerta. Me paré y la abrí.

— Gracias al cielo que estás aquí. - dije abrazándolo

— ¿En serio llamaste a Eduardo? - dijo Sebastián desde la cocina

— No es buen momento Sebas...

— Solo dime qué pasa _____, vine lo más rápido que pude al oírte preocupada.

— Eso pasa... - señale la caja y la miró no muy convencido

Se acercó y tomo la cabeza en sus manos con cara de desagrado.

— Llamaré a mi equipo, ellos investigarán de quién es y cuál fue la causa de muerte.

Saco el celular de su saco y yo me acerqué a Sebastián.

— Escucha sé que sonará algo loco pero tenemos que confiar en él, hasta ahora es el único que puede ayudarnos... - dije en un susurro

— No pienso confiar en él, casi te mata! Ya olvidaste el disparo que te dió en el hombro por el que estuviste en coma seis meses? - dijo de la misma forma

— No, claro que no lo olvido pero gracias por recordarmelo. - dije cruzada de brazos y rodando los ojos

— Si tú confias en él, apoyo tu decisión pero al menos yo no pienso hacerlo cielo. - suspiré ligeramente

— Estarán aquí en menos de diez minutos, mientras porque no me invitas algo para beber _____.

Habló Eduardo y camine a la cocina sacando uno vasos tequileros y les puse mezcal, siempre es bueno tener licor en casa.

•••

Cuando todos llegaron comenzaron a revisar la cabeza, otros revisaban nuestras cosas para ver si no habían dejado algo más cuando dejaron la caja.

— Señor! - grito una chica con la computadora y Ed se acercó a ella - Según las muestras de sangre que le hicimos nos dice que es, David Cooper.

— Llamen a su hermana, ella debe saber más.

Un celular comenzó a sonar de la caja que había escondido en mi armario hace unas horas, no me digan que...

Eduardo hizo una seña a unos hombres y estos se acercaron con sus armas, uno abrió el armario y saco la caja. El celular dejo de sonar y abrieron la caja.

— Otra cabeza. - dijo el sujeto. - Claramente es de Becky Cooper, su hermana.

— Como llegó esa caja a el departamento. - dijo Eduardo

— Me la trajeron hace un par de horas y...

— ¿¡Y no dijiste nada!? - gritó Eduardo en mi cara

— Hey! Tranquilo si no quieres qué te parta la cara. - dijo Sebastián poniéndose enfrente mío

— Quiero verte intentarlo.

Respondio cínico y Sebastián se abalanzó contra él.

— ¡Chicos detenganse por favor!

Parecían animales peliendo por su presa, se daban golpes bastante feos en el rostro y en partes de el cuerpo. Todos veían y nadie trataba de separarlos.

— ¡Dije que paren!

Grite molesta y dispare al lado de ellos, algunas chicas gritaron y todos se agacharon, la bala los rozo a ambos así que los dos estaban sangrando. Se levantaron y se miraron con odio.

— ¡Parecen niños por dios! ¡Maduren y arreglen las cosas como adultos carajo!

Mientras todos volvían a su trabajo entre a la habitación y me quite el vestido, me coloque mis jeans de siempre y una camisa negra un poco holgada.

— Lo siento, no debí haberlo golpeado.

Pude reconocer su voz en la puerta.

— Demasiado tarde. - amarre mi cabello en una cebolla mal hecha y me di vuelta

— ¿Estás consciente que pudiste herir a uno de los dos cuando disparaste?

Entró, comenzó a quitarse su traje y me senté en la cama.

— Claro que lo estoy, pero no había forma de separarlos, parecían animales Sebastián.

— Si me hubieses disparado que hubieras hecho. - dijo colocándose sus pantalones.

— No fue así...

Aventó la camisa a la cama y recargo sus manos en mis piernas.

— ¿Pero si hubiese sido así? - dijo cerca de mi rostro

Nuestras respiraciones estaban agitadas y nuestras miradas no se despegaban del otro. Lo abracé y pegué su torso desnudo a mi cuerpo.

— No me lo perdonaría jamás. - susurré en su oído

Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora