80//¿Una más?

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Subí a la habitación y escondí las carpetas que Alfred me dio en mi armario. Tocaron la puerta y di un pequeño salto.

— Hola corazón. - dijo Sebas entrando

— Hola, que pasa.

— ¿Que harás más tarde?

— Lo mismo de siempre, trabajar para ganarme el pan de cada día.

Me metí al baño y comencé a quitarme las prendas.

— Y porque no te tomas el día y te llevo a comer?

Abrí el grifo y dejé que el agua recorriera mi cuerpo.

— No lo sé. Hay cosas que el personal no puede hacer sin mi.

— Vamos linda, no pasa nada si faltas un día. Al fin y al cabo eres tú propio jefe.

Oí los pasos adentrarse al baño y sentí su mirada.

— Exacto, pero eso no me da el lujo de faltar cuando quiera, debo poner un buen ejemplo para la empresa Sebastián.

— Pff, está bien.

Se dió la vuelta y cerró las puerta de la habitación algo molesto. Primer día siendo novios otra vez y ya estamos peliando. Mejor pareja no puede existir.

Al salir de la ducha, me vestí formal como siempre y tome mi bolso, metí unas carpetas para empezar y lo demás innecesario.

•••

— ¿Llegarás temprano?

Preguntó Sebas indignado mientras cocinaba.

— Tal vez.

Tome una botella de agua del refrigerador y comencé a beberla. Saque de una vitrina mis medicamentos y los tomé, ojalá me quitaran la maldita enfermedad pero solo ayuda a controlarme, me siento con cáncer.

— Necesito decirte algo muy importante _____, así que debes estar aquí temprano.

— Tranquila mamá, aquí estaré. Lo prometo.

Le di un beso en los labios y probé con la cuchara lo que preparaba.

— Le falta pimienta.

Frunció el ceño y me hizo a un lado.

— Quítate niña, aquí yo soy el chef.

Di una fuerte carcajada y salí de la cocina.

•••

Abrí la puerta de mi oficina y atrás venía Peter diciéndome todo lo que estaba pendiente.

— Escucha... - lo interrumpi - Solo déja sobre el escritorio lo que debo hacer y retirate por favor.

Dejé mi bolso en la silla y me serví un vaso de agua.

— ¿Estás bien?

— ¿Porque no debería estarlo?

Tome asiento y comencé a revisar los papeles que dejo sobre la mesa.

— De acuerdo, cualquier cosa me hablas.

Asentí y salió de la oficina. Me paré y le puse seguro, volví a mi lugar y saqué las carpetas de Alfred.

•••

— Calle Franklin Streer, número 28, New York city.

La duda me consume lentamente y apuesto a que disfruta hacerlo, carajo las ganas de ir y saber qué pasó me están ganando. Seguí leyendo la información y entre ellas venía una que me llamó la atención en particular.

— Resultó ser que la madre de la bebé ya había tenido una hija más anteriormente, claro que un hombre diferente. En ese caso fue por abuso sexual, la bebé fue llevada a un orfanato y se perdió el rastro de esta una vez que fue adoptada.

Espera, eso quiere decir que tengo una... Hermanastra mayor? Excelente, una más.

— Dios son tantas dudas!

Dije para mí misma y tocaron la puerta.

— Ah, señorita Herrera, un joven la está buscando.

Dijo la secretaria del otro lado de la puerta. Guarde lo que tenía en las manos y me paré a sacarle el seguro a la puerta.

— Que pase.

Acomodé mi cabello y tome asiento en mi escritorio mientras desbloqueaba mi computador.

— ¡Hola cielo!

Un Sebastián sonriente entro por la puerta con un enorme ramo de rosas rojas y la otra mano detrás de él.

— Hola cariño, qué haces aquí. Te dije que llegaría temprano a casa.

— Si lo sé, pero quise traerte el almuerzo. - dijo mostrándome una bolsa de mi restaurant favorito.

— Está bien, acepto tu visita solo porque trajiste comida.

— ¿Esquiusmi?

— Y por el ramo.

Sonreí y besé sus lindos labios.

Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora