95//Pinky Promise

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Me paré de mi lugar, quise salir del local para ir a hablarle pero alguien tomo mi brazo con fuerza.

— ¿Qué haces? - dijo en un susurro Ed

— Que parece que voy a hacer.

— No piensas ir a buscarlo, cierto?

— Ya no tienes ningún derecho de decirme que hacer, Eduardo.

Me solté de su agarre y salí rápidamente de el local, seguía mirando su celular así que corrí a él.

— ¡Sebastián!

En cuanto me vio comenzó a acercarse y pude ver las lágrimas acomuladas en sus ojos.

— _____...

Quedamos frente a frente y mis lágrimas comenzaron a salir.

— Perdoname, yo nunca quise hacerlo pero...

— Shh, no tienes que pedirme perdón, ni mucho menos darme explicaciones.

Me abrazó y me aferre a su cuerpo, extrañaba sentir sus fuertes brazos rodear mi espalda, sentir este calor cada que nuestros cuerpos se rozaban eran tan hermoso, así como él.

— Necesito que me hagas una promesa...

— Lo que sea. - dije mirandolo fijamente

— Prométeme que nunca nada nos va a volver a separar, pase lo que pase y digan lo que digan siempre estaremos juntos. Tú y yo contra todo lo que venga...

— Te lo prometo sebas.

— ¿Pinky Promise?

Dijo con una sonrisa a lo que yo reí al recordar cuando hicimos lo mismo hace unos años.

— Pinky Promise. - dije juntando su meñique con el mío.

Verlo con esa sonrisa hizo que mi corazón diera pequeños saltos, no puedo creer que después de tanta mierda que hemos pasado lo sigo amando. Esto es amor y no mamadas.

— Creo que comienzo a aceptarlo _____. - dijo alguien a mis espaldas por lo que me voltee

— De que hablas Eduardo.

— Te dejaré ser feliz, puedes recoger tus cosas de la casa y puedes irte cuando quieras. Regresa a Canadá con Sebastián o empiezen de cero en otro lugar, quiero que seas feliz _____.

— ¿Después de todo lo que la hiciste sufrir te importa su felicidad? ¿En serio? - dijo Sebastián

— Hay muchas cosas que no entiendes ni sabes Sebas, es mejor que _____ te las diga con el tiempo.

— ¿De que habla _____? - me miró confundido

— Son... Cosas fuertes de las que no estoy lista para hablar en estos momentos.

— Está bien, no te obligare a hacerlo.

Me acerqué a Eduardo y lo abracé, susurré un gracias cerca de su oído y bese su mejilla. Me separé y camine con Sebas.

3 semanas después...

Luego de buscar mis cosas de la casa me mudé a un departamento que tenía Sebastián en la ciudad y se mudó conmigo, nos reconciliamos "nuevamente", llevamos dos semanas viviendo juntos y admito que han sido las semanas más felices de mi vida. Cada segundo que pasó a su lado es una razón más para seguir viva, si él no me hubiese encontrado tal vez hubiese vuelto a caer en cosas malas para mí salud.

— Eso fue increíble... - dijo con la voz cansada y me tiré a un lado de él

— Claro que lo fue... - dije de la misma forma

— ¿Cuando fue la última vez que tuviste sexo?

— Oye eso no se pregunta.

— Solo quiero saber quién más fue afortunado de tener a tremenda diosa en su cama.

Reí y me sonroje, es un lindo idiota, lo amo.

— ¿Me creerías si te dijera que solo tú? - es más que obvio que no le diré las veces que Eduardo...... Bueno ya saben.

— Nahh, ya en serio.

— ¿Me estás diciendo golfa?

— ¿Acaso oíste que use esa palabra?

— ¡Tonto! - le di un ligero golpe en el hombro y me senté en la cama

— Espera, a dónde vas?

Se acercó a mi cintura y plantó besos en mi espalda.

— Me voy a cambiar, no sabes apreciar lo que te digo.

— ¿Te molestaste?

— Nope.

Me paré de la cama desnuda y camine al baño para tomarme una ducha. Está última semana hemos estado muy activos sexualmente así que ya no me da pena que me vea sin ropa, nuestra excusa es recuperar todo el tiempo perdido desde que esto comenzó. Nos hemos estado cuidando así que no me preocupo por nada.

— Oye, hace cuanto no vemos a los chicos? - dijo aún desde la cama

— Yo los fui a visitar recientemente.

— ¿En serio? ¿Y que te dijeron?

— Si bueno, solo hablé con Mathias y Agustina, tienen un pequeño muy travieso, esta lindo.

— ¡Qué padre! ¿Y Fede?

— Solo sé que tiene una novia muy guapa, la verdad no pude hablar con él. Los chicos me dijeron que estaba molesto conmigo así que no pude verlo.

— Uyy, eso está feo.

Seguí enjuagando mi cuerpo y cantando, salí luego de unos minutos y Sebastián se estaba cambiando. Coloque mi ropa interior, mis jeans, una blusa blanca y encima mi sudadera.

— Iré por café, te traigo algún pan?

Dijo sebas poniéndose su chamarra y tomando las llaves del depa.

— No gracias, haré el desayuno. No tardes.

Me puse mis pantuflas y me acerqué a mi chico plantando un tierno beso en sus dulces labios, es como probar un poco de el cielo cada que lo hago.

Salió de casa y me quedé un rato en la cama pensando, sé que no existe esa persona perfecta pero siento que Sebastián aún con todos los defectos que tenga siempre será perfecto para mi.

Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora