Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]

83/Siento que lo eres

— ¿Cómo, como es que usted sabe mi nombre?

— Eras una bebé, imposible que me recuerdes.

De hecho siento que ya la he visto, sólo que no sé cuándo ni como ni dónde.

— Lo siento, creo que me está confundiendo con otra _____...

«¿Es en serio?»

— Si no me equivoco, no todas las ____ tienen un pequeño lunar en el dedo meñique del pie.

¿Cómo es que ella sabe dónde está ese lunar? Apenas y se logra ver.

Ohh, creo que ya...

— ¿Usted conoció a mi madre? Su nombre era, Catalina Raynolds.

— Pero por supuesto que sí. Me llamo Sofía, fui una gran amiga de ella.

¡Pero claro! Ella fue la que me llevó a México y dejó con mamá, Emilia.

— Si, ya se quien es usted.

— Oh, en serio?

— Alguien, me contó la "corta historia" de mi vida. - dije haciendo comillas con mis dedos. - Y en ella aparece. Por lo que sé, mi madre me encargo con usted y luego me llevó a México dejándome con Emilia, mi madre. O me equivoco?

Negó y sonrió de lado.

— Fue un error haberte dejado allá con esa mala familia, no merecías tener esa educación. Hubieses estado mejor conmigo, tal y como lo quiso tu madre.

- Señora Sofía... Está bien, en serio le agradezco que me haya dejado con esa familia, tal vez no han sido buena influencia, pero si bien aprendí algo de ellos es que siempre debes ser fuerte sea dónde estés o con quién.

Sonrió como una madre orgullosa de su hijo y asintió levemente con la cabeza.

— Pasa y toma asiento por favor.

Entre a un tipo de salón grande y me senté en uno de los muebles, muy lindos, tenían apariencia hipster, me gusta.

— Después de 21 años vuelves de dónde provienes, por qué?

— Bueno, dice que fue muy amiga de mi madre. ¿Ella, tuvo alguna vez la confianza de decirle porque tenía tanto miedo de que sus padres descubrieran su embarazo? Digo, sé que tal vez la sacarían de la universidad pero no sería la primera ni la última, hay muchas madres que no terminaron ni la prepa.

— No era mucho por eso, bueno, tal vez un poco pero su principal preocupación era que su padre, tu abuelo, quisiera matarla a ella o a su hija. El señor Raynolds siempre fue un hombre que se la vivía en el alcohol y las drogas, era machista y muy violento. Ella me contó que cada que tenía la oportunidad de golpearlas, a ella y su madre, lo hacía.

— Entonces mamá, tuvo una corta y desagradable vida.

— Así es. No quiso que vivieras lo mismo que ella por eso te encargó conmigo.

— Pero y... Papá? ¿Que fue de él, por qué no quiso que se hiciera cargo de mi?

— Apenas y pudo procesar la noticia de que tú madre había fallecido, no creímos que pudiera cuidar de ti. Dicho y echo, al año que te dejé en México, tu padre cayó en el alcohol por la depresión pero gracias a Dios pudo entrar a rehabilitación y salir adelante.

— ¿En dónde se encuentra ahora? ¿Sabe su paradero?

— Lo siento hija, lo último que supe de él fue que salió de rehabilitación, de ahí no se más nada.

— Usted mencionó, "creímos". Quienes más estuvieron con ustedes esa noche.

— Las demás chicas, te daría sus direcciones pero sería inútil que las buscaras. Hicimos un pacto de nunca más volver a hablar del tema y para ser sincera, dudo que te reconozcan.

— Pero si usted lo hizo, por qué habló.

— Porque yo te tuve en mis brazos, pequeña. Ellas ni siquiera vieron tu rostro.

— Intentarlo nunca está de más, Señora Sofía.

En un papel me escribió el nombre de cada una con su dirección. Tengo un plan para que me digan en dónde pude estar papá. No te conozco pero siento que lo eres.