92//Ebria

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— Que se te ofrece cariño.

— Parte de el trato era que el no supiese nada de mi.

— ¿Y acaso no he cumplido?

— Como diablos conseguio mi número, José Eduardo.

— Sabes que no me gusta que me digan José.

— Responde lo que dije.

— No lo sé, nadie de los míos ha filtrado nombres, direcciones ni mucho menos números. De ser así ya saben cómo se paga la traición.

— Pues creo que ya hace falta darles una revisada a tu personal, no crees?

Di vuelta sobre mis talones y salí lo más tranquila posible, mis tacones me delataban al golpear fuertemente el piso de cedro.

Tomé mi abrigo del perchero de la puerta y las llaves de el auto. Luego de manejar un par de minutos llegué a un bar en el centro de la ciudad.

— ¿Se le ofrece algo de tomar, señorita?

Preguntó amablemente el cantinero.

— Un shot de tequila, por favor.

— En seguida.

Perdí a mis padres adoptivos y mi madre biológica, no sé dónde está mi padre biológico. Perdí a mis hermanos y mi tía, al igual que un gran amigo y al amor de mi vida. ¿Acaso mi felicidad consiste en alejar a las personas que amo?

— Aquí tiene.

— Sabes que? Mejor tráeme la botella.

Mi vida siempre ha sido, es y será una mierda total, pero está bien, dicen que todos tenemos una misión en la vida. Solo espero que la mía esté cerca porque no se cuánto tiempo más pueda estar aquí.

Eduardo ☠

_____ salió de mi oficina dando fuertes pasos dándome a entender que estaba molesta, supuse que lo estaría después de darle su número al tal Sebastián, solo que no creí que le fuera a hablar tan pronto.

Seguí revisando mi trabajo hasta que en uno de ellos encontré una carpeta que decía el nombre de "____ Herrera" se me hizo extraño ya que no acostumbro a tener información de la gente con la que trabajo.

Abrí ésta encontrándome con unos resultados de ADN.

— Así que eres A negativo, dulce _____.

Mientras revisaba papel tras papel uno llamo bastante mi atención, "Pruebas de Hermandad".

— Esto no puede ser posible... No...

Literalmente corrí a la oficina de ____ entrando sin previo aviso.

— ¡Mierda!

Le marqué a su celular y comenzó a sonar debajo de la almohada. Carajo, en dónde te metiste ____.

_____ Herrera 🌵

Le di un sorbo más a la botella y solté un pequeño sollozo mientras secaba las lágrimas que recorrían mis mejillas.

— ¿Qué más debo perder para ser feliz? - pregunté al aire

Me intente parar y mis piernas comenzaron a flaquear, no tenía equilibrio y la cabeza me daba vueltas. Cómo pude me recargue en la barra y dejé la botella sobre esta, comencé a caminar a la salida mientras me tambaleaba de un lado a otro, claramente no puedo manejar en este estado, toque todo mi abrigo y mis jeans.

— Demonios, dejé el celular en casa.

No me quedaba de otra más que caminar hasta la casa o irme en taxi, e irme ebria en la noche en un taxi y sola no es buena idea en México así que prefiero caminar, igual y se me pasa un poco.

Borracha y consiente, a eso le llamo saber embriagarse señores.

Eduardo ☠

A dónde podría ir una mujer molesta, vamos Eduardo piensa... Tal vez a comprar ropa, pero _____ no es de esas, ¿Cenar? No tampoco.

Ya sé!

Salí de casa en mi auto lo más rápido que pude y me dirigí a el bar del centro, entre buscandola con la mirada pero no estaba.

— Oye, has visto a esta chica?

Le mostré a el cantinero la foto de _____ en mi celular.

— Si, estuvo aquí hace unos minutos, se acaba de ir en un muy mal estado, ebria y llorando. Yo digo que el novio la dejo.

— Algo peor que eso...

Salí de el bar a el estacionamiento y ahí estaba su auto, al menos no se fue manejando, eso es bueno. Me adentré a mi auto y rogué por encontrarla caminando.

Luego de varios minutos de ir mirando por las oscuras calles, note como un tipo estaba tomando fuerte el brazo de una chica, ella trataba de safarze pero el hombre era claramente más fuerte.

Me baje del auto sin pensarlo dos veces y defendí a la chica de el sujeto, si fuera _____ me gustaría que alguien lo hiciera.

— ¿Estás bien? - pregunté a la chica a la cual no le había visto aún el rostro.

— Podía sola.

Dijo arrastrando las palabras y sobándose el brazo. En cuanto cruzamos miradas la mire molesto.

— Entra a el auto, tenemos que hablar.

— No iré contigo. - comenzó a caminar

— No pregunté, fue una orden.

— Me la pelan tus estúpidas órdenes Eduardo.

— Suficiente _____.

La cargué como un costal de papas y la metí a el auto a la fuerza mientras pataleaba.

— ¡Secuestro! ¡Me está secuestrando ayudaa!

— ¿Quieres calmarte y cerrar la boca?

Le puse el cinturón de seguridad y cerré la puerta. Suele ser castrosa cuando está borracha.

Totalmente Diferentes (Sebastian Urdiales) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora