Maldita suerte

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El cuerpo pecoso del omega yacía inmóvil en aquellas sabanas desastrosas manchadas de sangre y semen, los dedos aun entrelazados en la parte posterior de su cuello, hacían un fuerte e improvisado escudo que destilaba el brillante líquido carmesí además de uno que otro pedazo de piel colgando. La noche anterior definitivamente había sido devastadora, el alfa estuvo todo el tiempo mordiendo sin compasión las manos del chico cual caníbal mientras le penetraba despiadadamente hasta el cansancio.

...

Pasado el mediodía Yagi buscaba desesperadamente a Izuku, nunca en su vida había sido derrotado por el alcohol, por lo que dedujo que aquel alfa puso algo en su bebida, llamo una y otra vez al celular del peliverde pero no hubo respuesta, durante el día recordó que nunca le había dicho su nombre completo al celeste, pero extrañamente este sabía cuál era su apellido; Toshinori. Algo andaba mal.

...

Los ojos del peliverde miraban la nada, había sido sometido una y otra vez aquella inyección que aceleraba su celo, tenía la oportunidad perfecta para escapar pero la sobredosis se lo impedía.

No sabía lugar, fecha u hora, su estado era deplorable, su única compañía eran sus propios pensamientos gritando el nombre alguien pasado. Escucho la puerta abrirse, no importaba quien fuera, sabía que no estaba ahí para algo bueno. Con su vista borrosa logro visualizar cuatro presencias hediondas a feromonas alfas, un pequeño y casi indetectable piquete en su pierna fue dado indicando que había recibido otra inducción al celo, no sabía por cuánto tiempo más su cuerpo soportaría aquel medicamento, "debo escapar ¡ayúdame ****!" se repetía una y otra vez en su mente.

Una mano acariciando su muslo daba indicio a lo que estaba por venir, aquellos hombres estaban ahí para divertirse con el lujurioso y encantador cuerpo de un omega.

-Muy bien chicos, pueden divertirse. -las áspera voz del celeste resonó en la habitación.

Instintivamente apretó sus brazos y dedos aun entrelazados en la nuca, uno de los sujetos violentamente trato de despegarlos pero la determinación del omega era mayor, dándose por vencido pasó a la siguiente atracción, la cavidad entre los pecosos glúteos sería el plato principal del día para los cuatro hombres.

Dos días después, pasando las tres de la madrugada, Yagi pudo localizar el paradero de Izuku gracias a amigos betas y uno que otro alfa y omega. Anteriormente había recurrido a la policía pero no hubo respuesta, por lo que tomo cartas en el asunto, prácticamente armo una pequeña red de localización con sus conocidos en la ciudad, logrando así llegar al clandestino hotel donde se hallaba el omega.

Al entrar en la habitación Yagi visualizo aquella escena que no borraría nunca de su mente; el joven peliverde completamente desnudo mirando a la nada, sus iris esmeraldas totalmente apagados, líquidos de dudosa procedencia saliendo de su recto y en posición fetal aun apretando su cuello aunque sus dedos y manos estuvieran destrozados, todo esto mientras un leve temblor dominaba su mancillado cuerpo.

Toshinori se dirigió al cuerpo del omega y le abrazo fuertemente mientras lagrimas rodaban por su huesudas mejilla. Se sentía culpable por lo sucedido.

-Perdóname Izuku, perdóname Inko, los siento, lo siento, debí cuidarte más, lo siento, lo siento, no pude salvarte, lo siento -repetía una y otra vez el rubio mientras mecía en su brazos el cuerpo del chico, casi parecía que estuviera cargando un cadáver.

...

Tres días después Midoriya despertó en el hospital. Había recibido anticonceptivos, un tratamiento para la sobredosis además de exámenes que verificarán si había sido contagiado con alguna enfermedad, gracias a la fortuna estos dieron negativos.

DESGARRADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora