Arreglos

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Katsuki había dejado a Aizawa en su respectiva habitación, dejó que Mirio se encargará de Shoto y Denki de Eijiro.

Lo acabado de suceder aún le preocupaba, aunque la mejor opción fuera sacar a los alfas y asegurar a los omegas, le dolía en el alma haber dejado a Izuku solo en tal situación. Nunca se imagino que el gran Toshinori fuera Omega.

Había conocido a Yagi unos seis meses después de que Deku y el empezarán a salir, aunque el peliverde le admiraba, nunca vio un signo de que fueran tan cercanos, era mas como un tío lejano en la vida del joven Omega. Pero con lo acabado de ocurrir en el café, era prueba suficiente para demostrar la gran cercanía que habían desarrollado los dos omegas en los últimos cuatro años, nunca había visto a Izuku de esa manera tan desgarradora desde la muerte de su madre.

Dio un suspiro y miro a Aizawa inconsciente en cama. —Lo siento.

Katsuki dio media vuelta y regreso a Shiro, la angustia y preocupación le invadían. Subió rápidamente al auto y condujo hasta su destino.

La cafetería estaba cerrada, tanto la puerta principal como la trasera no daban entrada, tocó por un par de horas esperando respuesta alguna, pero no hubo. Tomo asiento frente a la entrada principal con las esperanzas de que en algún momento del día, el peliverde tuviera que salir. Pasaron las horas y Katsuki seguía sentado a las afueras del café, tal vez amanecería ahí pero no se movería hasta obtener repuesta de su amado omega.

Un pequeño clic lo hizo ponerse de pie de inmediato., aunque no era la persona que esperaba, estaba aliviado de ver un rostro conocido.

— ¿Estás bien mocosa? —la niña asintió débilmente ante la pregunta, salio del cafe, cerró la puerta y se paró frente al rubio.

De inmediato Katsuki noto los ojos rojos e hinchados de la pequeña. Parecía que apenas hace unos minutos su llanto hubiera cesado.

— ¿Cómo está tu madre?

—Está durmiendo con el abuelo.

Katsuki al escuchar la respuesta, se sintió un poco irritado. Quería irrumpir en la casa y tomar al peliverde para acunarlo en brazos, quería ser su apoyo y consuelo, pero ya hace mucho tiempo había dejado de serlo, la impotencia lo invadía. Los gimoteos provenientes de la pequeña volvieron a captar su atención.

—Todo fue mi culpa, no debía invitar a Kacchan y Shochan tal y como dijo mama —limpiaba sus ojitos con sus manos empuñadas. —Si no los hubiera invitado el abuelo, Dabi y Mina estarían bien.

Katsuki había olvidado por completo que el cumpleaños de la mocosa se había arruinado. Tal vez fuera su culpa y de sus amigos pero era más culpable el destino. Como amparo hacia la pequeña, se agacho a su estatura y acaricio su cabeza. —No llores, no deberías llorar en un momento como este, tu madre también está triste y tú debes demostrar fuerza para darle consuelo. —empezó a limpiar las lagrima de la niña con su índice. —Tendrás más cumpleaños y mejores que este. Tu abuelo y amigos estarán bien, te lo prometo, así que deja de llorar...

La charla fue interrumpida cuando ambos escucharon la puerta principal abrirse, era Izuku. El joven omega, al igual que su hija tenía los ojos completamente hinchados y rojizos, sin contar con el camino de lágrimas secas que se dibujaba en sus mejillas. Era una imagen lastimosa para los ojos rubíes.

— ¿Qué haces aquí Katsuki? —el tono del chico era débil y cansado

— ¿Quería saber cómo estabas?

Izuku rio un poco. — ¿Ahora te preocupas por mí? Que irónico... Hina, entra a la casa por favor.

La niña obedecería la orden de su madre, cuando el rubio detuvo su marcha. —Me llevare a Hina por unas horas. —la tomo de la cintura y la cargo en brazos.

DESGARRADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora