Inquietud

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Exceptuando su lacio cabello y ojos color ámbar; era una copia exacta de los infantiles años de Katsuki Bakugou.

¿Negarlo? era imposible. Su cabeza empezó a dar vueltas, su corazón latía a un ritmo aberrante y sus oídos solo escuchaban un intenso pitido que nublaba todos de sus sentidos. Aquel niño definitivamente era su hijo.

— ¿Cómo? —tartamudeo aun negándose a creer lo que su antigua pareja decía.

— ¿Debo recordarte como hicimos a nuestro hijo, cariño? —hablo lúdicamente mientras se acercaba al muchacho para tomarle del brazo y apretarlo contra su abultado pecho. —Fuiste tannnnn salve —mordió su labio inferior y sus mejillas se tornaron de un intenso sonrojo al tiempo que sus feromonas empezaban hacerse más fuerte, como si tal recuerdo la excitase.

Shoto, quien observaba a la distancia con la niña en brazos, sintió el lujuriosa aroma procedente de la mujer, por instinto, posó su mano sobre su nariz; eran feromonas fuertes y lascivas dirigidas con intensidad hacia el alfa rubio; como si fuese un omega en celo, difíciles de ignorar... o eso creía hasta que vio a Bakugou cayendo de rodillas al suelo devolviendo todo aquello que estuviese en su estómago.

La molestia en el rostro de la mujer se hizo evidente.

Era asqueroso, el aroma de Toga le era repugnante, un olor que no podía soportar en lo más mínimo y al parecer, le perturbaba psicológicamente — ¿crees que tus estúpidas feromonas harán que caiga por ti? —empezó a reír mientras elevaba su rostro y trataba de ponerse de pie con ayuda de Aizawa. —Solo me produces asco maldita perra. —escupió con odio y gran fastidio el alfa rubio.

El disgusto en el rostro de la fémina no podía ser más evidente, su aroma de lujuria cambio completamente a uno de ira, furia, una gran cólera emergía de su femíneo cuerpo, un aroma potente qué solo afectaba a una persona en el lugar, a aquel indefenso niño puesto en medio de la discusión de los adultos.

El miedo en su rostro era inminente, sus pequeñas manos apretaban las telas de sus ropas y sus ojos hacían el mayor esfuerzo posible para que las lágrimas no escapasen, a la distancia, Hina podía notar como el pequeño cuerpo de su amigo temblaba de terror ante el aroma que su llamada madre emanaba.

—Totsuki —llamo con tono serio la rubia sin despegar la mirada de Bakugou — ¡Totsuki! —volvió a llamar con un grito al notar la parálisis de su hijo. Un pequeño quejido escapó de los lastimados labios del infante e inmediatamente corrió hacia la mujer con vista clavada al suelo—Dime Katsuki ¿Qué debería hacer con el mocoso? —sus ojos ya no mostraban juego alguno, y Bakugou lo sabía. Tuvieron una larga relaciona hasta sus últimos año de escuela secundaria; sabía perfectamente lo que esa mirada en su ex-pareja significaba, peor aun cuando sus manos se posaban sobre los hombros del infante y poco a poco sus afiladas uñas se aferraban a la piel del muchacho quien notoriamente aguantaba el dolor producido por su propia madre.

No era el mejor de todos los escenarios. Deku permanecía completamente inmóvil de arrodillas en el suelo mientras las asquerosas feromonas de cenizas poco a poco iban ganando fuerza, o más bien, eran las más presentes estaban en el sistema del peliverde; Katsuki parecía psicológicamente afectado por la presencia de la fémina y el que tuviese a un niño, su hijo, prácticamente como amenaza no ayuda mucho. Aizawa sostenía a Katsuki al tiempo que velaba por la seguridad de todos incluyendo al omega en el suelo y su nieta, y Shoto permanecía alerta observando a aquel sospechoso hombre que había escoltado al niño hasta café, aquel que se mantenía ajeno a la situación; definitivamente estaba armado y su aura no era para nada tranquilizadora.

— ¡Suficiente! —apareció de la nada logrando romper la tensión que se había logrado en el lugar, junto a él, la Omega pelirosa anunciando el haber llamado a la policía

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