Desgracia

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Miraba fijamente la espalda del omega quien se encontraba preparando alguna bebida para sus aun alterados nervios. Sin querer, sus manos todavía temblaban y su estómago estaba mucho peor, posiblemente cualquier gota de agua lo haría vomitar.

— ¿Qué piensas hacer ahora? —hablo el azabache posicionando una taza de hiervas frente al peliverde mientras tomaba asiento.

— ¿Podemos hablar de esto después? —tomo la taza con ambas manos y respiro el aroma de este tratando de preparar a su cuerpo a la bebida.

—No. —Respondió tangente mientras miraba retadoramente al chico —Debemos hablar ahora. —Golpeo la mesa con su dedo índice repetidas veces— Ese tipo vino ayer con suma confianza, sabía que Yagi estaba muerto y tenía a esa tipa a su lado con un cachorro del idiota, las cosas no están para dejarse para después.

El esmeralda pensó en la tan alborotadora escena de ayer e inmediatamente los recuerdos de aquel viaje a las islas Marshall regresaron con violencia—Tengo miedo Dabi. —cerro sus ojos haciendo que algunas lágrimas cayeran

—Lose —respondió posicionando sus manos sobre las temblorosas del chico

—Yagi ya no esta

—Estoy yo

—Quiero que todo acabe

—Lo acabaremos juntos —limpio las rebeldes lagrimas que bajaban por sus pecosas mejillas —por eso necesito que me hables, que sueltes todo y entiendas que no voy a dejarte solo... —trago un poco de saliva y abrió su boca dudoso de soltar las palabras que de seguro lo marcarían, esas palabras que en lo más profundo de su ser, Izuku quiera escuchar. —Y ese idiota, tampoco te dejara —apretó su puño por la gran impotencia que tal oración le causaba.

—Kacchan —murmuro a la par que una desalentadora sonrisa salió de sus labios. —el bastardo tiene un hijo con esa tipa.

—Y tú una con el ese lunático.

El peliverde sonrió, aunque eran circunstancias diferentes, tenía una pequeña esperanza de resolver lo sucedido el día de su boda, tenía ese presentimiento de hace años, un presentimiento el cual le decía con fuerzas que todo había sido un error.

— ¿Tú crees que el de verdad me engaño? —pregunto con la intención de buscar una segunda opinión sobre su naciente esperanza; queriendo no darse ánimos por creer que todo había sido un arreglo y no algo intencional por parte de Katsuki. —Siento que puedo perdonarlo, estar a su lado... pero luego recuerdo el dolor que sentí aquel día. Me asusta pensar que todo fue intencional y no un error

—No lo sé. — Era obvio que había algún plan detrás de todo ello, pero no quiera hablar de eso, menos darle puntos al imbécil rubio, pero sabía que ahora más que nunca eso era lo que el peliverde necesitaba escuchar, aun si ponía fin a su pequeña y mínima oportunidad de al lado del omega esmeralda. —Pero lo de ayer no fue coincidencia, ese bastardo Tomura está jugando, se está divirtiendo con toda esta citación y de seguro, ustedes dos son tus títeres

Era lógico pensar en ello, si el tipo solo quería a Izuku y la niña, fácilmente podría haberlos tomado en algún momento de soledad; pero qué necesidad había de aparecer en el café con toda su escuadra en presencia de Bakugou, simplemente un juego, un juego que solo a un psicópata podría divertirle.

—Deberías hablar con Kat... —la puerta fue golpeada fuertemente asustando a los dos individuas dentro de la casa.

Dabi se paró de su asiento y desenfundo su cuchillo militar, seguidamente hizo una señal de silencio a un Izuku el cual hallaba notoriamente asustado por suponer quien era esa presencia.

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