Llamado

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Salió temprano por la mañana a visitar la tumba de sus padres. Limpio las lápidas como de costumbre y les hablo de su día a día sin poder evitar que algunas lágrimas escaparan de sus ojos esmeraldas. Aunque un adulto hecho y derecho, a veces desearía comportarse como un niño mimado y acurrucarse entre los brazos de su madre olvidando todo los problemas que habían a su alrededor, pero no podía, ya no podía, su madre estaba muerta desde hace cinco años y junto a ella, su cariñoso padre asesinado por un cáncer imposible de curar. Quería volver a esa época donde su única preocupación era dormir y comer al lado de sus amados progenitores.

Ya no podía, ahora él tenía que ser esa madre y padre que diera tranquilidad y apoyo a una pequeña niña, su hija, su amada hija Hina. La amaba frente a cualquier problema o inconveniente, la amaba con todo su ser y no le importaría dar su vida para salvarla, no le importaba arriesgar su integridad para sacarla de cualquier problema, no le importaría nada con tal de hacerla feliz.

Dijo sus últimas palabras a sus padres y se dispuso a ir a su siguiente destinó; un edificio en venta con una buena ubicación comercial, esa sería la nueva sucursal de Shiro.

La propiedad estaba en buen estado y era de su gusto, justo lo que necesitaba para expandir el negocio formado junto a Dabi y Toshinori.

Ingreso al edificio acompañado de la futura expropiatoria, examinó pisos y paredes buscando alguna imperfección para arreglar a futuro; no había nada, estaba en perfecto estado como si de una nueva construcción se tratase.

Todo estaba listo para culminar el tratado pero algo faltaba, más bien alguien, Shiro era de Toshinori, Dabi y el, no podía comprar la propiedad sin antes consultarlo con los anteriores; con Yagi no había problema, sabía que él rubio lo apoyaría, pero por otra parte estaba Dabi, últimamente las cosas no iban bien entre ellos y comprar una nueva posesión sin su consentimiento no era algo que ayudaría. Pidió un tiempo a la propietaria para arreglar sus asuntos y así adquirir el edificio sin ningún resentimiento.

Camino por la calle sin rumbo alguno, quería disfrutar del entorno que su ciudad natal le ofrecía; ajetreada como siempre y con múltiples ruidos alrededor, definitivamente no era algo que extrañaba pero que si lo llenaba de nostalgia. Su andar se detuvo cuando su mirada capto al otro lado de la acera un gran peluche en una de las vitrinas comerciales de la zona, un cerdo de felpa que de seguro le encantaría a su hija.

Emprendió rápidamente su caminata hasta la futura adquisición pero se detuvo al sentir un escalofrío recorriendo toda su espina dorsal, tragó en seco, su corazón aumento de ritmo a la par que sus pulmones se llenaban de una repugnante esencia que no quería volver a sentir en su vida. Tapo su boca para evitar devolver el desayuno y apretó la tela sobre su pecho tratando de no sucumbir ante la hiperventilación... fue inútil, todas sus fuerzas se desvanecieron al captar a la distancia una silueta que grabó a fuego en sus retinas, una silueta que le aterraba en demasía.

Se desplomó, su respiración era irregular al igual que su agitado corazón, su boca empezó a secarse a la par que perdía la audición y su vista se hacía borrosa. No podía moverse, estaba arrodillado en el suelo completamente inmóvil apretando su pecho mientras que el putrefacto aroma se hacía más fuerte y cercano a medida que los segundos pasaban.

Miedo... cada parte de su cuerpo desprendía miedo, el temblor empezando a nacer de él era prueba de ello. Bajo su cabeza, cerró sus ojos con fuerza y apretó la tela en su pecho buscando salir de tal sufrimiento...

"Kacchan"

Su mente lo llamo inconscientemente.

"Kacchan"

No sabía el porqué, pero cada parte de su cuerpo lo llamaba con desespero.

"Kacchan"
"Kacchan"
"Kacchan"

DESGARRADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora