— ¿Cómo está todo? —preguntó curioso puesto le era dudoso que no existiese ningún inconveniente desde su partida.
—Todo está bien Yagi-san —respondió a través del teléfono sin titubeos evitando el tema de aquel misterioso niño de hacía varios meses.
Por supuesto le resultó extraño tal hecho, pero sabía a la perfección que su pupilo quería evitarle problemas, solo le quedaba creer en sus palabras y disfrutar su larga y a la vez corta luna de miel con su amado alfa.
Sin más temas de conversación, colgó la llama y entro a la gran cabaña que compartía con su pareja en algún lugar de las frías montañas de Suecia. Sacudió sus zapatos en la alfombra, se despojó de su abrigó y se dirigió a la cocina donde Aizawa preparaba el desayuno con poco menos que un bóxer gris como vestimenta mañanera. Se sonrió al ver el trabajado dorso de su alfa completamente al descubierto.
Caminó hasta el hombre y le rodeo los hombros con sus brazos. La diferencia de estatura hacia que aquella cabellera negra quedará a la altura de su pecho — ¿Que desayunaremos hoy? —pregunto apoyando su mandíbula en la cabeza de su pareja mientras un bostezó se hacía presente.
—Huevos con maíz y jamón, fruta, pan y elección al gusto entre leche, café o jugo de zanahoria. —culmino dándose la vuelta y plantando un suave beso en los delgados labios del rubio — ¿Tomaste tu medicina? —el contrario asintió. — ¿A qué hora?
—A las siete y cuarenta y cinco —respondió con una sonrisa como si de un niño de buen comportamiento se tratase.
—Bien. —Miro el reloj colgado en la cocina y cálculo —En tres minutos más podremos desayunar. —Apago la estufa y continúo besando a su querido Omega.
Habían pasado dos meses y medio desde su partida de Japón, durante ese tiempo viajaron por sus países favoritos asegurándose de hacer la mayor cantidad de recuerdos posibles, asegurándose de que ningún segundo se les escapase.
Al final del segundo mes el estado del Omega empeoró, los aviones y autos ya no eran una opción, las largas caminatas entre los mercados de las ciudades extranjeras ya no estaban entre los planes; descansar a la lejanía del concreto rodeados de la hermosa naturaleza de Suecia, acompañados el uno del otro en completa soledad disfrutando del corto tiempo que la cruel y bondadosa vida les daba; era el único y perfecto plan que Omega y alfa necesitaban.
Continuaron los besos y caricias hasta que el molesto sonido de la alarma se hizo presente; era hora del desayuno de Toshinori, la comida más importante del día... el momento en que el omega más sufría; desde hacía unas semanas los alimentos mañaneros eran vomitados con un poco de líquido carmesí revuelto entre la bilis y las comidas sólidas. Una completa odisea para ambos.
Juntos tomaron asiento en la mesa dela sala, el omega lentamente empezó a ingerir su respectiva comida tratando de no regurgitar; debía esforzarse, dos de sus tres medicamentos solo hacían efecto si había comida en su estómago, de lo contrario, tomar la medicina seria completamente inútil.
—Yagi —hablo el azabache al ver el malestar en la cara de su pareja por tratar de no devolver el desayuno que había preparado. —Si quieres, puedes dejarlo. —tomo la huesuda mano del rubio y le miro con tristeza.
—Está bien Shota. —Sonrió de manera impecable como si no hubiese nada malo en su cuerpo —Puedo hacerlo, hoy comeré todo mi desayuno y tomare la medi... —su cuerpo y mente estaban completamente desincronizados; dejo rápidamente la mano del alfa y corrió al baño para vaciar su estómago con un poco del líquido carmesí mezclado entre lo que acababa de ingerir.
Tosió hasta que su garganta estuviese aliviada, abrió los ojos para ver la horrorosa escena que el retrete le ofrecía; había más sangre que los días anteriores flotando entre las aguas y el desayuno que su amado alfa había preparado, sin poder evitarlo, las lágrimas empezaron a emerger.
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DESGARRADO
Fanfictionel día más importante de su vida, el hombre a quien más amaba le fue infiel