Adulto y niña caminaban agarrados de manos por uno de los parques de la hermosa Shodoshima. Dabi y Hina habían salido del departamento de Tamaki para ir hacer las compras diarias y distraerse con una de las atracciones de la localidad. Mientras la niña comía un helado, el adulto caminaba perdido en sus pensamientos.
El día en que Bakugou y Midoriya se unieron, el pelinegro estuvo sentado en el primer piso esperando a que la lujuriosa pareja se calmara puestos las feromonas que se expandían en el lugar eran jodidamente fuertes y provocativas. Debía entrar a hurtadillas a su propio hogar para sacar algunas prendas de la niña y suyas.
La puerta del lugar estaba abierta, tanto era el fan de esos dos, que no se percataron de tal detalle. Tratando de ignorar el aroma de aquellas feromonas que combinaban a la perfección, Dabi se dirigió a su habitación y continuamente a la de Hina, tenía todo lo necesario para que ambos pasaran tres días fuera de la casa, estaba todo listo, ya no había nada que hacer en el lugar, pero... aun si se rompía, aun si le dolía, tenía que ver lo que acababa de suceder con sus propios ojos. Bajo los bolsos que colgaban de sus hombros y camino hasta la habitación de Izuku, posos su mano sobre el picaporte y lo giro cuidadosamente tratando de no hacer ruido alguno... efectivamente, su corazón termino de romperse, alfa rubio y omega peliverde, parecían dormir plácidamente en cama abrazados como si fueran la pareja más perfecta del puto mundo. Trago en seco y sonrió, aunque estuviera destrozado, tenía que verlo con sus propios ojos y sacar de su cuerpo las estúpidas esperanzas que alguna vez tuvo de estar al lado de ese tierno pero nada débil omega, Izuku Midoriya, uno más de sus amores no correspondidos.
Observo por unos segundos más el paisaje que le ofrecían esos dos individuos ignorantes de su presencia, observo a Katsuki tan jodidamente débil en esa cama con los ojos cerrados.
*Hazlo*
Una voz del pasado resonó en su cabeza, una voz que no quería recordar en su desgraciada vida
*Hazlo, está bien*
Camino unos cinco pasos y se detuvo antes de llegar a la cama, introdujo su mano derecha en uno de sus bolsillos y saco su fiel compañera, una navaja militar color negro.
La desenfundo y miro al rubio. Sería fácil, un golpe directo en la yugular y con eso bastaría, la giro un par de veces en su mano mientras caminaba a la cercanía de aquel indefenso alfa, elevo el arma y antes de llegar a su destino, el balbuceo de un dormido Izuku lo detuvo en seco. Abrió sus ojos impresionado a lo que estaba a punto de hacer, guardo el arma blanca y miro paranoicamente la mano con la que anteriormente cometería tal barbaridad...
— ¿Dabi?... ¿Dabi estas bien? —la dulce voz de la niña y un pequeño jalón en su mano lograron sacarlo de aquel recuerdo amargo.
—Estoy bien... Hoy regresaremos a casa con tu madre, así que agradece a Tamaki apropiadamente por cuidar de nosotros. —respondió con su tono habitual haciendo que la pequeña se despreocupara por su anterior estado de hipnosis.
Continuaron caminando con dirección a su destino mientras que el adulto miraba la mano con la que había empuñado aquella navaja, la miro por unos segundos cuando de repente un flash de la misma extremidad repleta de sangre apareció por unos breves instantes frente a sus ojos.
Definitivamente su mente le estaba jugando una mala pasada.
...
Un hombre de cabellos negros y grandes ojeras caminaba en boxers por su nuevo departamento mientras llevaba una bandeja rebosante de desayuno japonés, se dirigía a la cama que compartía con su pareja, un omega rubio que aún se encontraba durmiendo.
—Hora del desayuno, Yagi. —hablo Aizawa mientras acomodaba la bandeja en una mesa de noche y seguidamente acariciaba los cabellos dorados de su pareja para despertarlo de una suave manera.
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DESGARRADO
Fanfictionel día más importante de su vida, el hombre a quien más amaba le fue infiel