Entre mis brazos

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Vainilla. Las únicas feromonas en el mundo capaz de ponerlo en un estado de completa desesperación, esas únicas feromonas con olor a vainilla que lo volvían loco y lograban crearle una majestuosa erección que no conseguía en años pasados ni con los mejores omegas del mundo. Simplemente, Katsuki Bakugou no tenía reacción alguna al menos que su pareja fuese Izuku Midoriya, el único omega en el mundo capaz de hacerle caer de rodillas y comer de su mano cual perro abandonado; y para desgracia del rubio; Deku sabía muy bien esto, sabia a la perfección lo desesperado que estaba Bakugou por conseguir su perdón. Perspicaz y avispado, tomaría esa oportunidad para aprovechar esa desesperación "solo me servirá como alivio, solo eso y nada más" palabras que se repetían una y otra vez en su mente tratando de creerlas, tratando de que esa mentira se convirtiera en una verdad absoluta ante su lastimado y débil corazón.

Katsuki tenía una gran oportunidad frente a sus ojos, su apetito por esa piel nívea y ése agujero rebosante de lubricante natural incrementaba cada vez más y más. Sus pupilas se dilataron y su respiración comenzó a acelerarse cual bestia, las prendas que le vestían empezaron a pesar, eran estorbosas y calurosas, ágilmente se deshizo de su camisa prácticamente desgarrándola, desabrocho la hebilla de su cinturón y desabotono su pantalón. El falo escondido entre sus boxers se hallaba impaciente por encontrar libertad y llenar esa vacía cavidad del hermoso omega a su frente.

Con instinto alfa dominándole, Bakugou estiro una de sus manos para tocar esa piel que tanto le encantaba, esa piel que era su completa perdición, esa piel que con solo rozarla le hizo perder todo sentido de la gentileza y amabilidad con la que quería tratar a Izuku. Las yemas de sus manos sintieron un gran regocijo al tocar la pecosa epidermis del omega, ya no aguantaría más. Mando su brazo izquierdo a su boca para morderlo y así acabar con el molesto cosquilleo en sus encías que pedían a gritos ser enterrados en el cuello del Omega. No marcaría a Deku sin su consentimiento.

Posiciono al peliverde de frente de modo que rubíes y esmeraldas se conectaran con profundidad, y como si sus ojos e instintos hablaran, estrellaron sus labios con enorme regocijo, la desesperación entre sus lenguas era notoria, la saliva resbalando por sus mentones era prueba suficiente de ello.

Los gemidos ahogados de Izuku se hicieron presentes cuando la juguetona mano del alfa empezó a acariciar imprudentemente su erecta y chorreante virilidad, simplemente era un éxtasis volver a sentir esa grande, callosa y masculina mano dándole placer a su pene.

Katsuki, experto y confiado, se posiciono por encima del peliverde y elevo sus piernas para dar un último vistazo al erótico paisaje que Deku le ofrecía con ese hermoso y pecoso rostro sonrojado lleno de lágrimas, trago en seco, la virilidad aprisionada en aquella elástica tela hallo libertad por unos segundos para volver a ser encerrada violentamente en el carnoso y apretado orificio del encantador esmeralda. Dos gemidos se escucharon a la par cuando la violenta penetración se hizo, uno suave y lujurioso proveniente de Izuku, y el otro ronco y más como un gruñido proveniente de Bakugou. Definitivamente sus cuerpos encajaban a la perfección.

Entre aire caliente y desvergonzado, sus bocas hallaron camino para volver a reencontrarse, los brazos del omega rodearon fuertemente la ancha espalda del alfa, a la par que con su suave voz le pedía entre gemidos más a Kacchan. El rubio simplemente enloqueció, empezó a mover sus caderas con más velocidad golpeando fuertemente ese punto débil dentro del pecoso que conocía a la perfección, el gozo entre su pene y el trasero del chico era magníficamente glorioso. Aunque separados por cuatro años, en su cuerpo se grabaron a fuego los puntos erógenos y sensibles de su amado omega, sabia la resistencia del chico y sus gustos o fetiches a la hora del sexo, lo sabía todo y sin embargo, hora mismos, en ese mismo instante, lo que estaban experimentando sus cuerpos era simplemente la lujuria del celo y no el amor que uno de ellos deseaba, era la naturaleza de un alfa y un omega en plena acción... pero ¿a quién le importaba? el corazón de Bakugou estaba junto al de su amado pese a que el de Izuku no estuviera con él, pero ya no importaba, volverlo a tener entre sus brazos era suficiente para él, para su cuerpo y sentimientos.

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