—Andriu, no me pueden ver —susurro con temor.
Mis iris se mantienen fijos en los de ella, quien me observa con un nerviosismo que me contagia en poco tiempo. Sus manos tiemblan ligeramente y puedo ver una gota de sudor resbalar por un lateral de su frente. Trago saliva.
—¿Cuántos son? —cuestiono en un hilo de voz apenas audible.
La pelo azul me responde levantando dos dedos de su mano derecha lo más disimuladamente posible. Abrazo con fuerza la mochila contra mi pecho, en un intento de tranquilizarme, pero se queda en eso, un intento. ¡Joder! ¿Es que siempre tiene que pasar algo? Cuando todo parece que va a pedir de boca, pum, se va todo a la mierda en cuestión de segundos.
Andriu se da la vuelta para poder ver a los chicos que estaban a punto de irse de no ser por la inesperada llegada de la policía, pero cuando ella hace esa acción, el hombre que había hablado antes vuelve a hacer acto de presencia con su gruesa voz.
—¡No te muevas! —grita este—. ¡Ten las manos dónde yo pueda verlas!
La chica a la que creo que ya puedo considerar mi amiga, levanta los brazos hacia arriba y posa las palmas en su nuca. Mi corazón se acelera a cada segundo que pasa, las manos me comienzan a sudar y la boca se me seca, al mismo tiempo que noto como se me forma un nudo en el estómago. Si me reconocen, esto es el fin. Tanto para mí, como para Axel y Phillip. ¡No puedo dejar que eso suceda!
La muchacha rubia que lleva a cuestas el dinero que le hemos dado, desvía la vista hacia Andriu. Ambas parecen estar diciéndose algo con la mirada que no logro captar, pero ellas se han entendido perfectamente a la primera. Luego, uno de los chicos, se une al juego de miradas de mi compañera y la suya. Más tarde, este frunce el ceño y una sonrisa de medio lado se forma en sus labios. No sabría muy bien explicar el por qué, pero eso me ha dado la suficiente confianza como para poder quedarme algo más tranquila. Tienen un plan.
—¿Pasa algo, agente? —habla el chaval.
Este alza las manos y comienza a acercarse a mí muy despacio. Me relamo los labios como un acto nervioso y pongo toda mi atención en él para poder anticiparme a cualquier cosa, pues no sé muy bien lo que pretende hacer.
—¡Quédate donde estás! —ordena el segundo policía.
Al instante, el joven se queda quieto en el sitio.
—Solo voy a acercarme para que podamos hablar mejor —explica y vuelve a emprender el camino, esta vez, con mayor precaución.
Él logra posicionarse a mi lado, a unos metros a mi izquierda.
—¡Quédate ahí o disparo! —amenaza el primer policía.
El chico frena nuevamente, soltando un suspiro de frustración de sus adentros. El plan que tenía y el cual habían debatido visual y mentalmente antes, se lo acaban de estropear. La expresión de su rostro me lo dice y, en cuanto le veo tragar saliva, asustado, lo confirmo. Levanta aún más las manos para evitar que aprieten el gatillo contra él.
Andriu se gira unos cuantos centímetros hacia nosotros para poder ver cómo está la situación a su espalda y, por cómo me mira, no es buena. Me gustaría ver lo que está pasando detrás de mí, pero no puedo permitirme hacer eso. Si esos policías son de la comisaría en la que trabajo, estoy muerta. Si son de otra, estaré muerta en cuanto sepan mi identidad.
—Se están acercando, no hagas ningún movimiento brusco —me avisa el chico que está a mi lado.
Me quedo estática en el sitio, no muevo ni un solo músculo. La mirada la tengo fija en la de Andriu, quien ha conseguido darse la vuelta del todo para quedar de cara a mí y a los policías que se acercan por detrás. Antes de que pueda darme cuenta, unas manos agarran mis muñecas, llevándolas hacia mi espalda. Esto provoca que la mochila que sostenía, caiga al suelo en el acto.
ESTÁS LEYENDO
Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...