Me quedo mirando la madera de su puerta, dándole vueltas a lo que estoy a punto de hacer. Pensando en todas las palabras hirientes que me puede soltar en un solo segundo, con todo el derecho del mundo. En cómo podría reaccionar él ante mi noticia y en cómo podría reaccionar yo misma ante la situación. Esto... esto no va a salir bien.
Dejo caer mis nudillos contra la puerta, haciendo un pequeño ruido lo suficientemente fuerte como para que él lo haya podido escuchar. Cojo una gran bocanada de aire y lo voy soltando de a poco, con la intención de tranquilizarme. El sonido de sus pisadas en el suelo me indica que se está acercando y que sus pies están descalzos, ya que no se escucha tan fuerte como para confirmar que lleve puesto algún tipo de zapatillas. Mi corazón comienza a latir más rápido, consiguiendo ponerme nerviosa. Pero me mantengo firme en mi posición.
La puerta se abre, y un Axel vestido con uno de sus pantalones negros deportivos y una camiseta blanca, aparece en mi campo de visión. Este, al verme, frunce el ceño y suelta un pequeño gruñido para luego proceder a cerrar la puerta. Ah, no. De eso nada
Pongo mis manos en la madera de la misma, impidiendo así que la cierre, lo que provoca que él vuelva a gruñir con molestia.
—¿Qué quieres? —inquiere cabreado.
Empuja la puerta hacia mí para cerrarla.
—He venido a decirte que tu hermano no irá a ningún orfanato —me apresuro a decir para que deje de ejercer esa fuerza.
En el momento en el que estas palabras salen de mi boca, él relaja la expresión de su cara y deja su labor de rehuirme. He logrado captar completamente su atención, aunque su rostro se mantenga en un punto neutro de emociones, sus ojos chispeantes le delatan. Está más que claro que su hermano es su debilidad y que vale más que cualquier discusión.
—Me dieron su custodia —añado.
Axel vuelve a arrugar el entrecejo, cosa que me pone alerta.
—Primero me mientes —afirma con seriedad en su voz—. ¿Y ahora me restriegas que tú tendrás a mi hermano cuándo yo no lo voy a poder ni ver?
Abro los ojos de par en par ante su respuesta. No era la que yo me esperaba, la verdad. Esperaba que se mostrara alegre de que no fuera a ningún centro de acogida. Los rasgos del chico que tengo enfrente se endurecen otra vez, haciendo que dé un paso hacia atrás para poder darle su espacio.
—Yo no te lo estoy restre...
—¡Vete a la mierda, Kelsey! —grita con rabia.
Él cierra de un portazo que hace retumbar por unos instantes las paredes del pasillo. Abro la boca, estupefacta, sin saber muy bien que decir al respecto para que vuelva a querer entablar una conversación conmigo. Parpadeo unas cuantas veces intentando que mi cerebro reaccione de una vez por todas, pero las palabras se me amontonan y no soy capaz de pronunciar ni una de ellas. Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.
Carraspeo con la garganta y me atrevo a acercarme todo lo posible a la entrada, hasta que mi cara queda a tan solo unos centímetros de la puerta. Respiro hondo y me animo para volver a hablar, rezando internamente para que Axel esté al otro lado, cerca, y que me pueda escuchar.
—Oye, Axel... —comienzo a decir—. La razón por la que me han dado su custodia es porque voy a demostrar tu inocencia. De esa forma, tu hermano se podrá quedar contigo sin problema.
Espero unos segundos con la esperanza de escuchar alguna contestación de su parte, pero ni un solo sonido sale del interior de su piso; esto hace que suelte un pequeño suspiro, con el pensamiento de que es posible que ya se haya alejado y no me haya oído, como ya venía temiendo. Pero todo esto se desvanece de mi mente en cuanto la puerta se abre de forma brusca y apresurada casi al momento.
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Liberación | EN FÍSICO |
AcciónDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...