Golpeo con mis nudillos la puerta del piso de Axel, esperando a que él dé alguna señal de vida y venga a recibirme. Sin embargo, los segundos pasan y no escucho ni un solo ruido proveniente del interior de su vivienda. Me abrazo a mí misma al sentir una pequeña corriente de aire frío; me he dejado el abrigo en mi despacho antes de que todo ocurriera y luego no he tenido la oportunidad de recogerlo.
Vuelvo a golpear la puerta, esta vez algo más fuerte e insistente. Estoy comenzando a asustarme; Axel me dijo que vendría a recogerme después de que yo saliese de trabajar y no estaba fuera. Tampoco ha contestado a mis llamadas las veces que lo he intentado y, ahora, tampoco aparece.
Intento pensar en cualquier otra cosa para tranquilizarme, como que se ha quedado dormido o algo por el estilo. Pero con todo lo que está pasando, me resulta muy difícil no preocuparme ante su repentina desaparición. Es cuestión de minutos que mi cabeza empiece a crear una historia negativa de lo sucedido que me haga entrar en pánico.
—Axel —pronuncio su nombre en un tono de voz alto.
Suelto un leve suspiro nervioso de mis adentros al mismo tiempo que desvío la mirada hacia las escaleras que llevan hacia las plantas inferiores. Atrapo mi labio inferior entre mis dientes y repito la acción de llamar, solo que esta vez lo hago mediante al timbre que hay al lado para que se escuche más fuerte. Lo mantengo presionado durante unos breves instantes.
Justo en el momento en el que aparto mis dedos del interruptor, la puerta se abre. Cuando esto sucede y Axel aparece ante mí, no puedo evitar abrir los ojos de par en par, sorprendida por las condiciones en las que se encuentra. Apenas puede sostenerse en pie, usa el marco de la puerta como sujeción para mantener el poco equilibrio que tiene y sus mejillas se encuentran humedecidas, por lo que supongo que ha estado llorando.
En cuanto sus iris dan con los míos, la expresión de su rostro se frunce para dar paso a las nuevas lágrimas. Me acerco a él un par de pasos, hasta que quedamos a tan solo unos centímetros el uno del otro. Extiendo una de mis manos y la paso por uno de sus pómulos para retirarle el agua que resbala desde sus lagrimales.
—¿Qué... qué te ocurre? —susurro.
Este niega con la cabeza y se aparta de su único punto de apoyo, lo que provoca que, tras vacilar por unos milisegundos, sus rodillas se doblen de golpe. Antes de que su cuerpo se desplome, los dedos de una de sus manos se agarran con fuerza alrededor de mi muñeca, llevándome con él hacia el suelo. Sin poder evitarlo, caigo sobre su torso a la vez que un grito ahogado sale de mi garganta, aunque él ha conseguido que su espalda no colisionase con la ayuda de sus brazos, los cuales ha apoyado en la superficie en el momento de la caída.
Posiciono las rodillas a ambos lados de sus caderas, sentándome a horcajadas sobre él. A continuación, me incorporo lo poco que me queda y observo con detenimiento como él hace lo mismo, aunque le cuesta más debido a su estado.
Al dirigir la mirada hacia la mesita de centro que hay a mi derecha en el salón, me percato de que está a rebosar de diferentes botellas de alcohol vacías, lo que me confirma que está demasiado borracho. Axel se ha dedicado a beber durante todo este tiempo.
—¿Qué has hecho, Axel? —murmuro en un hilo de voz apenas audible.
Regreso la vista a mi novio, quien me mira con una culpabilidad que logra crearme un nudo en la garganta.
—Lo siento... Prometí ir... a... a buscarte —se disculpa entre sollozos—. Y no he cumplido...
Niego con la cabeza con lentitud, con la intención de hacerle ver que ahora eso es lo de menos. No me importa que no haya venido a recogerme, me importa él y su estado. Quiero saber cómo es que ha llegado al punto de no poder sostenerse sobre sus dos pies. Ni siquiera puede hablar con claridad... Todo lo que está pasando... la muerte de Andriu, la de sus padres, las amenazas dirigidas a cada uno de nosotros, la traición de su mejor amigo, el miedo de perder a Phillip una segunda vez... Todo eso, le está afectando de sobremanera.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...