Seco con ímpetu uno de los vasos que acabo de lavar para que esté listo para otro cliente mientras noto como los nervios siguen invadiéndome el cuerpo hora tras hora. No puedo evitar estar asustada y preocupada. Ha pasado una semana desde la llamada de Axel en la que me informaba de que se pondrían en marcha con el plan. Él no ha vuelto a dejar un mensaje en el buzón de voz, ni siquiera Bea sabe cómo es la situación por allí, aunque me ha asegurado que todos están bien, sanos y salvos. Aun con esas tranquilizadoras respuestas que me ha estado dando durante todos estos días, no soy capaz de apartar todo tipo de pensamientos negativos de mi cabeza. Yo debería de estar allí con ellos, en Nueva Orleans, ayudándoles en todo lo necesario. Pero ni siquiera he podido hacer el intento de marcharme. Mi madre me conoce tan bien que sabe de lo que soy capaz de hacer, por lo que no me deja coger ningún dispositivo que tenga acceso a internet ni hurgar en las tarjetas de crédito. Ha estado evitando a toda costa que compre un billete de vuelta.
Suelto un suspiro y echo un vistazo al ambiente que nos rodea; son las nueve de la noche y el local está hasta arriba. Por suerte, Masie ya se ha recuperado del todo, estuvo un par de días sin venir a trabajar porque seguía encontrándose un poco mal, y está aquí ayudándonos junto con Joss, quien se mantiene preparando cócteles a mi lado mientras sonríe ampliamente a la clientela que le observa. Ella, en cambio, atiende las mesas con Bea.
Regreso la mirada a mis manos para continuar con mi labor. Hoy he repartido la primera consumición que se encuentra bastante alejada del café; ha sido un cubata de ron, la misma bebida alcohólica con la que me emborraché hace tiempo. Qué recuerdos, ahí ya estaba empezando a meterme en un pozo sin fondo y no lo sabía.
Dejo el vaso sobre la encimera y cojo el siguiente para comenzar a secarlo también. En el proceso, vuelvo a percatarme de algo que lleva inquietándome desde que he entrado esta mañana al bar. Me siento observada, pero, cuando me detengo unos instantes a buscar esa mirada que siento sobre mí en todo momento, no veo absolutamente a nadie. Ninguno de los ojos que hay en el lugar me miran como yo lo noto. Creo que estoy pensando tanto en Axel, el resto y la idea de que todo saldrá mal, que ya me imagino cosas que no son. Respiro hondo y opto por ignorar esa sensación para que no me distraiga de mi tarea otra vez. Estoy segura de que no es nada, estoy muy paranoica últimamente. Si realmente fuese algo, ya habría ocurrido.
—Chiquis. —La voz de Beatrice me saca de mis pensamientos, haciendo que levante la cabeza y la mire—. Aquí tenéis nuevos pedidos.
Joss pone su atención en la rubia que deja sobre la barra una pequeña hoja arrancada de libreta. Tras darle la consumición que estaba preparando al cliente que está esperando sentado tras la barra junto con otros más que ya están servidos, se aproxima para ver más de cerca lo que hay escrito en el papel. Masie aparece al lado de nuestra jefa con otros pedidos escritos.
—Iré preparando los de la mesa cuatro y siete —comenta mi compañero—. Celia, encárgate de los de la ocho y la tres.
Asiento con la cabeza y abandono mi labor para poder leer lo que me toca hacer ahora. Solo tengo que sacar de la nevera cuatro refrescos y una cerveza, también debo llevarles algo de comida como acompañamiento.
—Nosotras nos ocuparemos de la cinco, nueve y dos —habla la pelirroja señalando a Bea con un leve movimiento de cabeza.
Una vez que estamos todos de acuerdo, nos ponemos manos a la obra. Bea y Masie entran con nosotros tras la barra para encargarse de sus pedidos, pero esto solo dificulta la movilidad, ya que, si ya era escasa, ahora lo es aún más. Apenas hay espacio para los cuatro y tenemos que esquivarnos los unos a los otros para no tropezarnos o chocarnos. En el instante en el que una chica pide la cuenta de lo que ha consumido, Masie se da la vuelta y, como un rayo, se dispone a atender a la clienta con gran eficacia. Llego a ser yo, y ya he tirado a alguno de mis compañeros al suelo y armado el caos.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...