El silencio es lo único que reina a nuestro alrededor en este preciso momento. Todos seguimos con nuestros ojos puestos en Jayden, quien no para de alternar los suyos de una persona a otra debido a lo nervioso que está. Solamente se pueden escuchar nuestras respiraciones, algunas más pausadas que las otras, pero todas ellas están cargadas de miedo.
—Phillip, vete a tu habitación. —La voz de Axel retumba en el lugar, lo que hace que dirijamos la mirada hasta a él.
Su hermano le observa con una expresión que muestra todo lo confundido y asustado que se encuentra ante esta situación. Tras unos segundos en los que parece que no tiene intención alguna de moverse de su sitio, se levanta del sofá y camina con pasos lentos hacia donde le han mandado. El dilatas coge una gran bocanada de aire y la suelta en el acto, a la vez que se lleva las manos a la cabeza con desesperación.
—¿Qué más te han dicho? —cuestiona Andriu en un tono de voz muy bajo.
Él deja caer sus brazos a ambos lados de su torso y no dice nada al respecto. Logro oír unas cuantas maldiciones salir de su boca mientras comienza a caminar por el salón sin un rumbo fijo, de un lado a otro y vuelta a empezar.
—Que sois un peligro para los Árticos ahora que han visto que estáis del lado de Kelsey. Temen que les hundáis el negocio y a ellos junto con él —contesta al fin, sin dejar de andar—. Les he dicho que he conseguido ganarme la confianza de Axel otra vez, que estoy en el grupo de nuevo con la intención de sacar provecho, para que no me condenen a mí también. Y antes de que me llaméis cobarde, tengo un plan. Es necesario que mi tío me considere de fiar todavía.
Ponemos nuestra atención en él, a la espera de que nos cuente de qué va su plan. Jayden deja de moverse y se posiciona enfrente de nosotros. Tras cruzar los brazos sobre su pecho, este se dispone a hablar.
—La orden de mataros me la han dado a mí, por lo que nadie os hará nada si yo no lo digo —prosigue, seguro de sus palabras—. A excepción de Kelsey.
Cuando este pronuncia mi nombre, fija la vista en mí con pesar. Ann y el resto, hacen los mismo. Sin embargo, la mirada de Axel muestra más ira que otra cosa.
—Los jefes quieren ocuparse de ella personalmente —añade.
Trago saliva, inquieta. Atrapo el labio inferior entre mis dientes como un acto de nerviosismo que intento calmar, pero no lo consigo. Las pulsaciones de mi corazón están tan alteradas por el miedo que tengo a lo que pueda llegar a suceder, que apenas soy capaz de mantenerlas a un ritmo moderado. Ni siquiera puedo auto engañarme con la típica frase de: todo estará bien. Es obvio que eso no será así, tengo un mal presentimiento. Alguno de nosotros acabará muerto, y todo porque yo no quería seguir repartiendo café.
—Os iré informando de todo para que vayáis un paso por delante. Estaremos bien siempre y cuando los jefes no se enteren de que aquí, el mayor traidor de todos, soy yo —continúa hablando Jayden—. Seguiremos con el plan del polideportivo en marcha. Ese paso es crucial para acabar con esta mierda. Luego, ya pensaremos en el próximo golpe.
Nosotros le hacemos ver, cada uno de una forma diferente, que estamos de acuerdo con lo que dice. No nos queda más remedio que confiar en él y en su plan. Al fin y al cabo, es nuestra última esperanza. Es la única persona que nos puede mantener al tanto de lo que sucede dentro de los Árticos y prepararnos para lo que ellos estén planeando. Jayden es el único que puede sacarnos de este lío con vida.
—Hay una cosa que debéis saber —nos comenta el dilatas, poniéndose más serio que antes—. Mi tío me ha dicho que tienen un arma secreta, una persona. Al parecer es muy cercana a vosotros. Así que tened cuidado, porque, si algo se tuerce, puede ser nuestro fin.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...