👑🌹 Capítulo 46

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Me paseo de un lado a otro del salón, nerviosa y cansada. Ya casi es la hora de marcharme y ni Jayden ni Ann han llegado para traerme mis pertenencias y los papeles de mi nueva identidad. Me abrazo a mí misma, sintiendo el calor de la ropa que la pelirroja me dejó ayer en la mañana. Son unos vaqueros negros y una blusa blanca. No abriga mucho, pero he dejado las prendas sobre el radiador antes de ponérmelas, por lo que están muy calentitas.

Hago el esfuerzo de que mis ojos no se cierren. Tanto Axel como yo, no hemos podido dormir muy bien. Lo único que hemos estado haciendo, es dar vueltas en la cama buscando una posición cómoda que no encontrábamos ni a tiros. Creo que, sin duda, esta es una de las peores noches que he pasado en la vida.

Williams está sentado en el sofá, con los codos sobre las rodillas y sus manos entrelazadas entre sí mientras que mantiene la mirada fija en el suelo. Yo continúo con mi paseo incesante como calmante a mi inquietud. Por mi cabeza pasa el mismo pensamiento que lleva rondando mi mente desde ayer, sé la respuesta de sobra, pero no quiero creérmela.

Freno en el sitio y me aproximo unos cuantos pasos hacia el lugar donde se encuentra mi novio. Este alza la mirada y la posa en mí, aguardando a que le diga lo que se ve de sobra que quiero decirle. Sujeto mi labio inferior entre mis dientes y le mordisqueo por unas pequeñas cifras de segundo mientras me preparo para recibir la respuesta que tanto temo escuchar.

—No vendrás conmigo, ¿verdad?

Noto como llena sus pulmones de aire y aparta los ojos de los míos. Acto seguido, niega con la cabeza muy lentamente. Suspiro y me dispongo a sentarme a su lado. De inmediato, él rodea mis hombros con uno de sus brazos y me atrae hasta su pecho. Me acurruco en él y agarro su camiseta entre mis dedos, como si se fuese a ir de mi lado justo en ese instante. No quiero que se aleje, me cuesta asimilar que estaremos separados ni se sabe de tiempo, pues se supone que yo estoy muerta y no sabemos por cuánto tiempo tendré que continuar fingiendo.

—Saldremos de esta, reina. Te lo prometo —susurra contra mi cabeza.

Me aparto unos centímetros de él, lo que aprovecha para dejar un beso en una de mis mejillas. Axel coge una bocanada de aire y luego la expulsa de a poco al mismo tiempo que apoya su frente contra la mía. Le escucho tragar saliva.

—Tienes que darme un número de teléfono con el que pueda contactar contigo —me dice separándose de mí.

Estira el brazo hacia la mesita de centro que tenemos enfrente y alcanza su dispositivo móvil. Tras desbloquearlo, me lo entrega para que le registre los dígitos de un teléfono.

—Te daré el fijo de casa de mis abuelos —informo tecleando en la pantalla.

—De acuerdo, pero no me cojáis la llamada —se apresura a decir—. Os estaré dejando mensajes en el contestador. Eliminadlos después de escucharlos.

Muevo la cabeza en respuesta afirmativa a duras penas. No podré hablar con él, solo voy a poder escuchar su voz. Sé que es lo mejor, dado a que no sabemos si habrá alguien escuchando, pero más vale prevenir que curar. Hay que estar preparados, ante todo, aunque lo más seguro sea que nadie esté comprobando la veracidad de mi muerte. Todos parecen habérselo creído.

—Que las llamadas duren menos de treinta segundos —le aconsejo en un hilo de voz apenas audible.

Tampoco podemos arriesgarnos a que rastreen la llamada.

—Lo sé, descuida.

Una vez que termino de guardarle el número de la casa de mi familia, le devuelvo el móvil. Al poco tiempo, unos golpecitos en la madera de la puerta de casa, resuenan por todo el lugar. Ann y Jayden están aquí.

Liberación | EN FÍSICO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora