Kelsey.
Mis ojos se abren de golpe al mismo tiempo que me incorporo de la cama de forma brusca; tengo la respiración tan acelerada que me cuesta meter y sacar el aire de mis pulmones. El recuerdo de aquellos tres hombres golpeándome inunda mis pensamientos, consiguiendo que me aferre a las sábanas que cubren mi cuerpo con miedo mientras echo un vistazo a todo lo que hay a mi alrededor. Al mirar al sitio vacío en la cama mi corazón pega un vuelco.
Axel no está y comienzo a sentirme desprotegida al no tener al lado a alguien en quien pueda confiar. Mi habitación está tan oscura que temo que salga alguno de los compañeros de Jayden a atacarme entre las sombras. Suena ridículo, pero no soy capaz de alejar ese pensamiento de mi mente.
Deslizo las piernas por el borde de la cama, quedando sentada en el colchón. Tras apartar las sábanas de mi cuerpo, me levanto. Ante esta acción, mi cuerpo se estremece por el dolor que no duda en hacerse notar por todas las partes del mismo.
Camino con lentitud hacia la salida de la habitación, procurando no hacer movimientos innecesarios que me hagan doblarme por lo doloroso que esto me resulta. En el instante que abro la puerta, la luz del sol da de lleno contra mi rostro, haciéndome cerrar los ojos por un corto lapso. En cuanto estos se acostumbran a la iluminación que hay en el salón, los abro del todo y continúo con mi camino.
Dirijo la mirada hacia el sofá en busca de Axel, por si él había decidido volver a dormir aquí, pero tampoco está. Me muevo hacia el pasillo que conecta con la cocina arrastrando los pies a duras penas. Andrea, el alien que tanto quiero, aparece a pocos pasos de mí, observando el interior de la cocina con mucha atención.
Justo en el instante en el que veo a la gata sin pelo, Bagheera viene a hacerse presente en mi cabeza, lo que provoca que se me estruje el corazón al no tener noticias de él; solo espero que esté bien, que esté vivo. Reanudo mi camino y entro en la cocina. La espalda desnuda de Axel aparece en mi campo de visión, parece que está preparando el desayuno.
—Hola —pronuncio casi en un susurro.
A pesar de que no quería que mi voz saliese tan débil, no he podido hacer nada para hablar con algo más de fuerza. Axel se da la vuelta al escuchar mis palabras, con el cartón de leche en una de sus manos. En cuanto sus ojos dan con los míos, una tierna sonrisa se abre paso en sus labios.
—Buenos días, reina —saluda para después darse la vuelta y seguir con lo suyo.
Despego la mirada de él y me dirijo con lentitud hacia la silla que tengo más cerca para poder sentarme en ella. Una mueca de dolor aparece en mis labios al hacerlo, ya que la piel de los moratones de mi espalda se ha estirado.
—Tu móvil ha estado sonando todo el rato —avisa y señala el teléfono que hay sobre la encimera a unos centímetros de él.
—¿Quién era?
—No lo sé, no lo he mirado. —Se encoge de hombros.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué? —cuestiono algo confundida.
—Porque es tu móvil. Yo no tengo por qué mirar quien te habla. Son tus cosas.
Dicho esto, se da la vuelta con dos cafés en sus manos y la misma sonrisa de antes en su rostro. Axel pone las tazas sobre la mesa y luego se dirige a la encimera para alcanzar mi móvil; hecho esto, lo pone sobre las palmas de mis manos y, a continuación, se sienta en su sitio.
Desbloqueo la pantalla del dispositivo para ver quién ha estado intentando contactar conmigo: tengo trece llamas perdidas de Hank y veinte de mi madre, todas de ayer y anteayer. De hoy tengo seis de Hank y varios mensajes de él y Cristty. Vuelvo a bloquear la pantalla; les llamaré más tarde, ahora mismo no me apetece dar las explicaciones necesarias de lo que me ha pasado, pues no puedo contarles la verdad, tengo que idear una excusa.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...