—¿Te estás quedando conmigo? —cuestiona Axel con los ojos más abiertos de lo normal.
Me observa con perplejidad mientras yo procedo a salir del portal de mi edificio completamente. En el mismo momento que he abierto la puerta, le he soltado a Axel la noticia que tanto ha estado esperando, que Dean nos ha dejado el camino libre.
—No. —Niego con la cabeza—. Me ha dejado continuar con esto. Podemos descubrir a la verdadera culpable. Eso sí, solo cuando él me dé permiso para hacerlo público.
Él abre la boca para decir algo al respecto, sin embargo, la cierra al no saber muy bien lo que decir. Una de sus manos se posa en su cadera mientras que la otra va a parar a su frente; aún sigue asimilando mis palabras, por lo que se ve. Parece no creérselo del todo.
—Pero... ¿Corres peligro? —Traga saliva con nerviosismo.
Vuelvo a negar, lo que hace que una sonrisa se ensanche en sus labios; está feliz. Por parte de Dean, estoy a salvo. Pero por parte de los Árticos... ya es otra cosa.
—Gracias —me agradece con los ojos llorosos.
Está haciendo el esfuerzo de que esas lágrimas no salgan, pero cuando él ve que lo he notado, no tarda en limpiárselas con su mano derecha. Es obvio que está emocionado. Después de tantos años, por fin va a ser posible hacer justicia por su madre. Por fin, podrá ver a la asesina de Margott en el infierno en el que él mismo estuvo para proteger a su hermano pequeño. Esta es la última cadena que queda aferrada a su corazón, la única que queda por romper para que pueda ser completamente libre.
—Oye, ¿podemos movernos? Me aburro —se queja Phillip, quien está al lado de su hermano.
Este tiene los brazos cruzados sobre su pecho y los mofletes hinchados de aire, como si estuviese cabreado con nosotros. En una de sus manos sostiene la correa de Sparkie, el cual se encuentra sentado a sus pies y con la lengua fuera. Yo no puedo evitar fruncir el ceño ante el comportamiento del niño. Axel le echa una rápida mirada llena de confusión y algo más que no soy capaz de descifrar.
—Sí, vamos. O llegaré tarde al trabajo —comento.
Phillip, al escuchar mis palabras, se da la vuelta y comienza a caminar junto con el perro, calle arriba. Axel y yo le seguimos a un paso más lento que el suyo, a su espalda. El niño corre de un lado a otro por la acera, haciendo que el animal le siga el ritmo alegre que lleva implantado.
Williams acerca su boca a mi oído y pronuncia las siguientes palabras:
—Luego tengo que hablar contigo muy seriamente.
La piel se me pone de gallina y mi corazón pega un vuelco; eso ha conseguido asustarme.
—¿De qué?
Llena sus pulmones de aire al mismo tiempo que dirige la mirada hacia el frente, dirección en la que se encuentra su hermano pequeño.
—De Phillip. —Suspira.
La respiración se me corta por unos segundos y fijo mis ojos en la espalda de Lipy. ¿Qué es lo que pasa con él?
🐈
—Buenos días, Kelsey —me saluda Robert, uno de mis compañeros de trabajo, en cuanto entro en comisaría.
Él se encuentra tras el mostrador del puesto de información bebiéndose un café.
—Buenos días. —Sonrío.
Me dispongo a ir hacia el ascensor, sin embargo, cuando me da por mirar en el interior de la cafetería al pasar por la entrada de la misma, alguien llama mi atención. Y es Chelsea. Freno y me quedo observándola por un rato, de brazos cruzados.
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Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...