El frío se cuela por los agujeros de mi jersey, despertándome y haciéndome castañear los dientes sin parar. La cabeza me duele tanto que siento que me va a explotar. Siento la garganta y los labios secos, mi estómago ruge y mis huesos están tan agarrotados que apenas soy capaz de moverlos. Abro los ojos con dificultad, viendo todavía un poco borroso. Noto como mi cuerpo se tambalea, como si estuviera en una especie de columpio que se mueve con lentitud.
Termino de separar del todo mis párpados y lo primero que veo es un techo pequeño, como de una cabina, pero con partes descubiertas que me muestran el cielo nocturno a rebosar de nubes. La luz de la luna y las luces que debe de haber por los alrededores es lo único que me ayuda a ver con claridad el panorama en el que me encuentro.
Muevo los dedos para estirarlos, desentumecerlos y, a continuación, apoyo las palmas en la superficie en la que me encuentro tumbada y hago el esfuerzo de incorporarme. Una vez que estoy sentada, echo un rápido vistazo a lo que hay a mi alrededor. Mi corazón se para por unos instantes al darme cuenta del lugar en el que estoy. Me hallo dentro de una de las cabinas de la noria de un parque de atracciones en muy malas condiciones. De inmediato pienso en "Six Flags". ¿Estoy en Nueva Orleans?
La respiración se me acelera y mi cuerpo empieza a temblar, no sé si del frío que tengo encima o del miedo que me ha entrado en el cuerpo ahora. Agarro los asientos que tengo a ambos lados con fuerza y me impulso hacia arriba para ponerme en pie. La cabina se tambalea muy peligrosamente hacia los lados, lo que hace que surja un chirrido que me resulta espantoso. Trago saliva y respiro hondo.
Con todo el cuidado del mundo, me inclino hacia la derecha para poder observar la distancia a la que me encuentro del suelo. Un jadeo se escapa de mis adentros al comprobar que estoy en la cima de la noria, a muchos metros de altura. Si me caigo podría matarme y, tal y como está la atracción de oxidada y rota, temo precipitarme al suelo.
Miro a mi alrededor y confirmo que estoy en el parque de atracciones abandonado de Nueva Orleans. Nos han traído hasta aquí cuando estábamos sedados. Esto hace que me pregunte como lo han logrado, pero la verdad es que no quiero saberlo. Justo en el momento en el que el nombre de Axel aparece por mi cabeza, me pongo como loca al pensar donde podrá estar. Busco por los alrededores, con la esperanza de ver algo, ya sea abajo o en alguna de las otras cabinas. Me fijo en la que tengo a mi lado derecho, tiene un hueco bastante grande en la pared, lo que me deja ver que hay un cuerpo tirado en el suelo. Es él, sigue inconsciente.
—Mierda... —murmuro.
Tengo que encontrar la forma de llegar hasta a él.
Con todas mis extremidades temblando, avanzo muy lentamente hacia la puertecita que da acceso a la cabina. El suelo cruje bajo mis pies, lo que me pone más nerviosa. Cuando estoy muy cerca de mi objetivo, quito el cerrojo de seguridad y abro la pequeña puerta, provocando un ruidillo que hace que se me erice el vello. Doy el último paso, posicionándome en el borde que me separa de una caída mortal, y me agarro de los barrotes que tengo a mis dos lados.
Pongo la vista en el barrote de hierro que hay enfrente de mí, a unos metros, el cual forma parte de la construcción de la noria. Mi intención es saltar hacia a él y agarrarme lo más fuerte posible para poder desplazarme hacia el vagón en el que se encuentra Axel.
Me preparo mentalmente para lo que estoy a punto de hacer, cojo una gran bocanada de aire y lo voy expulsando de a poco para intentar alejar el temor de mi ser. Tras apartarme el pelo de la cara, doy un par de pasos hacia atrás para coger carrerilla. Después de unos segundos, corro hacia el borde y salto con todas mis fuerzas hacia el hierro. Abrazo con fuerza el barrote, tanto con los brazos como con las piernas, sintiendo el frescor del metal quemar en las palmas de mis manos y mejilla izquierda. El viento golpea mi débil cuerpo, logrando que me deslice un poco hacia abajo. Ahogo un grito en mi garganta al ver que no soy capaz de frenar. Mis fuerzas son escasas, ni siquiera sé cuánto tiempo llevo dormida. Tengo hambre, mucha sed y dolor en todos y cada uno de los músculos existentes.
ESTÁS LEYENDO
Liberación | EN FÍSICO |
ActionDespués de haber conseguido dejar el café atrás, Kelsey Davenport tendrá que lidiar con los nuevos problemas que se le han presentado. Ya nada es lo que parece. Nadie es quién dice ser. Y en nada ni nadie podrá confiar como antes. Ella tendrá que lu...